El pasado miércoles 24 de octubre se llevó a cabo el Tercer Congreso Internacional de Gestión Integral de Riesgos del Sector Bancario, organizado por la Superintendencia de Bancos. En el evento se pasó revista sobre los avances del sistema financiero dominicano, las nuevas tendencias internacionales en materia de regulación, mercados y tecnología.
El cierre de la actividad fue escenario de un debate critico-constructivo acerca del futuro de nuestro mercado financiero, en el cual se puso sobre la mesa el tema de la dinámica relación entre bancos-fintech.
En representación de nuestra membresía, tuvimos la oportunidad de poner en contexto el ecosistema fintech dominicano, sus características, ventajas, retos y oportunidades; dentro de las cuales destacamos la agilidad de las fintech de poder ofrecer servicios y productos en diversos sectores e industrias de una forma ágil y segura y de la oportunidad que esto representa en el escenario social y económico actual, ante temas que resaltan como la falta de inclusión financiera, pero más importante aún, la salud financiera de los usuarios formales e informales. Asimismo, en consonancia con lo anterior, presentamos los debates recientes en el escenario internacional en lo relativo a la regulación de las fintech.
Sobre este último punto comentamos que hablar de “regular o no regular” podría inferir a primera instancia de que regular es negativo o limitante, cuando puede ser lo contrario, plasmando reglas claras, tanto para proteger a todos los involucrados, así como para desarrollar un determinado sector.
Creemos que la regulación debe ser consonante con la naturaleza inherente de las fintech para que estas puedan atender nuevos mercados más complejos y resolver grandes problemas que no se han podido resolver. La regulación de las fintech debería ir acorde al tipo de fintech y a la vertical de la misma; por tanto, hablar de “regular las fintech” lo que infiere es un reto de cómo hacerlo y con cuál propósito.
En lo que respecta a la relación entre bancos y fintech, estamos convencidos que el impacto social es mayor en los puntos de colaboración, que en los de competencia. El mejor de estos ejemplos es el de la inclusión financiera. En este frente, hay innumerables iniciativas que se pueden desarrollar entre bancos y fintechs, sin modificar las regulaciones existentes, sin necesidad de competir y de lograrlo con mayor eficiencia.
En definitiva, los mayores retos y oportunidades siempre son mejor enfrentados en unión que por separado. El actual escenario, sin lugar a duda tiene los indicios de una nueva y prometedora etapa de colaboración para nuestro sector financiero y, por ende, para nuestro país.