[dropcap]C[/dropcap]osas del ¿destino? Raúl Castro, quien sucedió a su hermano Fidel Castro en el poder en Cuba, se encontró con Barack Obama, presidente de Estados Unidos, en el velatorio de uno de los hombres más importantes que ha parido la humanidad: Nelson Mandela, líder de la lucha contra el Apartheid que durante tantos años vivieron los sudafricanos de parte de Inglaterra.
Algo debía pasar con estas coincidencias históricas. Obama es el primer presiente de Estados Unidos de color oscuro, nacido fuera de territorio continental y con descendencia africana directa a través de su padre keniano. Son muchos puntos juntos en una sola circunstancia histórica.
Este miércoles 17 de diciembre de 2014 será recordado como un día histórico. La liberación de Alan Gross, quien cumplió una condena de cinco años en Cuba por supuesto espionaje, podría considerarse como una “gestión del destino”. La situación de calamidad en la que se encontraba este ciudadano estadounidense fue la excusa perfecta para que los gobiernos de ambos países se acercaran y pusieran fin a las fricciones que por medio siglo caracterizaron sus relaciones. Hoy todo se ve más claro.
El anuncio oficial de la Casa Blanca de que pone ¿fin? al bloque económico podría considerarse como una de las cosas positivas que se llevará la administración de Obama. Estados Unidos, por un lado, reconoce que su política contra el gobierno cubano en nada sirvió para lograr los cambios democráticos esperados y, por el otro sentido, Raúl Castro sigue dando muestras de que es el presidente que poco a poco encamina a su país hacia una transición pacífica y bien planificada.
“Está claro que las décadas de aislamiento de Cuba por parte de Estados Unidos no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática”, reconoce la Casa Blanca en el comunicado oficial.
El gobierno de Estados Unidos destaca que desde que asumió el cargo en 2009, el presidente Obama ha tomado medidas dirigidas a apoyar la capacidad del pueblo cubano de tener mayor control sobre sus propias vidas y determinar el porvenir de su país. Incluso, la Casa Blanca reconoce que el enfoque de la política se hizo obsoleto.
En el comunicado, Estados Unidos hace un “mea culpa” cuando reconoce que intentar empujar a Cuba al abismo no beneficia a Estados Unidos ni al pueblo cubano. “Hemos aprendido por propia experiencia que es mejor fomentar y respaldar las reformas que imponer políticas que convierten a los países en estados fallidos. Hoy, al tomar estas medidas, hacemos un llamamiento a Cuba para que desencadene el potencial de 11 millones de cubanos poniendo punto final a las innecesarias restricciones impuestas en sus actividades políticas, sociales y económicas”, admite la Casa Blanca.
La hora del reencuentro ya es una realidad entre Cuba y Estados Unidos. El mundo debe brindar, tiene sobradas razones para festejar.