El presidente Danilo Medina entró en la historia al convertirse en el primer jefe de Estado dominicano en visitar la República Popular China. Pudo haber sido otro. Así es la historia. El Gobierno tomó la decisión, a mediados de este año, de restablecer relaciones diplomáticas con los chinos continentales y dejar atrás a los chinos de la isla de Taiwán.
Sé que no fue fácil para el país decirle que no a Taiwán, una nación con la que siempre nos unirán lazos de amistad y agradecimientos eternos. Pero la realidad es la realidad y nadie puede negar que el contexto económico decide sobre otras variables.
Ahora bien, al ver tantos empresarios importantes de nuestro país en este periplo por la tierra de Sun Yat-sen, Mao Tse-Tung, Deng Xiaoping y Jiang Zemin, todos comunistas, me doy cuenta que las ideologías han sido vencidas por el capitalismo. Y es entendible si se toma en cuenta que no resulta tarea fácil darle de comer y trabajo a 1,400 millones de personas.
Aunque para China las relaciones diplomáticas con República Dominicana sólo es una cuestión estratégica desde el punto de vista geopolítico, especialmente para seguir debilitando a Taiwán, para los dominicanos no. En nuestro caso sabemos que podemos (y debemos) sacarle el mejor de los provechos a estas nuevas relaciones. Necesitamos capital fresco que venga a invertir en grandes obras que tienen años esperando.
Un país se desarrolla creando empleos. No es necesario mencionar cuáles son las infraestructuras que nos hacen falta para encaminarnos por las sendas del desarrollo. Los chinos nos quieren para una cosa y nosotros, y sé que lo sabemos, los queremos para otra.
Ahora sólo resta esperar que todos los acuerdos y promesas que se logren en China (y sé que los chinos son disciplinados y responsables) se cumplan al pie de la letra. Ah, otra cosa: los chinos son amantes de la transparencia, por lo que estoy seguro que esta oportunidad es un buen escenario para actuar como debe ser.