¿Está República Dominicana preparada ante los eventos que pueda producir el cambio climático? Es la pregunta que preocupa no solo a las autoridades, sino a toda la población, debido a la alta vulnerabilidad que posee el país.
Según el informe de la gestión financiera y aseguradora de riesgo de desastres en República Dominicana, emitido por el Banco Mundial (BM) y el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), la exposición y vulnerabilidad de amenazas naturales se materializan a través de eventos como las lluvias tropicales que pueden ocurrir varias veces al año, provocando daños superiores al 1% del PIB.
Explica que el daño anual promedio asociado a desastres, se estimó en unos US$420 millones (0.69% del PIB). Con respecto a los eventos extremos, los daños por ciclón pueden exceder los US$1,997 millones (3.3% PIB) con una probabilidad anual del 5%.
Destaca que los huracanes David y Federico, en 1979, provocaron daños y pérdidas por US$1,750 millones, equivalentes a un 16% del PIB, el 6% del acervo capital nacional, el 80% de la inversión total, el 120% de las exportaciones de 1978 y el 140% ingresos gobierno central.
En 1998, el huracán Georges fue el que más daños y pérdidas económicas provocó en términos absolutos, con un monto de US$2,624 millones que alcanzó el 14% del PIB, los daños y pérdidas fueron el equivalente al 63% de la deuda externa.
Mientras que en 2003, las inundaciones de los ríos Yuna y Yaque Norte provocaron daños y pérdidas que se estiman en US$61.3 millones, alrededor de un 0.2% PIB. Esa pérdida neta de activos, ocurrió durante un período de desestabilización económica y financiera causada por la crisis bancaria nacional.
El huracán Jeanne, en 2004, causó daños y pérdidas totales por US$417 millones, que se estiman en un 1.3% del PIB. En esta ocasión, el país requirió de asistencia externa por el poco espacio fiscal del que disponía el gobierno como consecuencia de la crisis financiera de 2003.
En tanto, Noel y Olga, en 2007, provocaron pérdidas por US$437 millones. Noel fue el que más se destacó, ya que provocó daños por 1.2% del PIB y se caracterizó por su muy amplio alcance, afectó directa o indirectamente a más del 70% de la población. Entre las personas directamente afectadas, más del 90% estaban bajo la línea de pobreza, lo que obligó al Gobierno a asumir importantes gastos de compensación.
En 2007 se invirtieron RD$3,000 millones para las reasignaciones presupuestarias inmediatas (casi US$90 millones o el 1.1% del total de los gastos del Gobierno para ese año).
Dentro de los países más afectados por los eventos climáticos, el país se posiciona como el octavo (entre 183 países) y presenta un elevado nivel de pérdidas económicas, según el informe del Germanwatch Global Climate Risk Index 2015.
Durante la temporada de huracanes, que concluye el 30 de noviembre, las personas que sufren esta realidad son las que están expuestas al habitar en las más de 1,700 zonas vulnerables en cuanto a asentamientos humanos. Es por esto que estas personas son las que corren más peligro en tiempos de fuertes lluvias o la presencia de algún fenómeno natural.
Entre las zonas que han sido identificadas como las más vulnerables están: el Bajo Yuna, que abarca parte de las provincias María Trinidad Sánchez, Duarte, Salcedo, Sánchez Ramírez y Monseñor Nouel; Santiago, San Pedro de Macorís, Montecristi, San Cristóbal y los barrios de la ribera del río Ozama, especialmente La Ciénaga, entre otras.
Miles de dominicanos han sido afectados de manera directa entre 1973 y 2017. En este período República Dominicana fue impactada por al menos 80 fenómenos climáticos, dentro de estos se destacan tres huracanes categoría 3, cinco categoría 4 y cuatro huracanes categoría 5, trayendo consigo miles de muertos por causa de las inundaciones, desbordamientos de ríos y deslizamientos de tierra, según los datos ofrecidos por la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet).
Los reportes de la Onamet revelan que septiembre y octubre son los dos meses en que más fenómenos climáticos se han registrado desde 1873 hasta la fecha en el país, ocupando octubre el primer lugar con 6 eventos (3 huracanes y 3 tormentas tropicales) y septiembre con 5 (4 huracanes y una tormenta).
Riesgos
La directora ejecutiva de la Red Nacional de Apoyo Empresarial a la Protección Ambiental (Ecored), María Alicia Urbaneja, sostiene que desde el huracán Georges, el Estado ha tomado medidas en cuanto a la resiliencia y la respuesta a los desastres.
“Entre los organismos de emergencia hay una coordinación que permite dar una respuesta de inmediato y se emiten informaciones de manera constante”, dice.
Asegura que el sector privado es el que más carece de un sistema de riegos de desastres efectivo con el cual puedan responder a las catástrofes.
“No se trata de las respuestas que pueda dar el Estado, sino del rol que el sector privado debe cumplir ante los efectos que puede provocar el cambio climático en el país, que va a permitir que las empresas en el caso de desastres puedan recuperarse con más rapidez y tener continuidad en el negocio con los servicios básicos”, dijo Urbaneja.
Afirma que las empresas deben invertir dinero en los planes previos para que cuando ocurra un fenómeno natural, estén preparadas para enfrentar sus embates.
En tanto, la asesora de alianzas público-privadas para la Oficina Regional de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, Marianela Guzmán señala que el país debe trabajar en crear una buena resiliencia ante los desastres.
“La recuperación después del impacto de un fenómeno atmosférico, dependerá del plan de continuidad de negocio que incorpore la unidad de riesgo de desastres del sector privado, que es el eje motor de la economía de todos los países, porque no se puede alcanzar el desarrollo sostenible sino se gestiona este tipo riesgo”, resalta Guzmán.
Especifica que por cada punto porcentual del PIB que pierde un país, atrasa 10 años de su desarrollo.
Impacto del cambio climático
“El cambio climático tiene un gran potencial de impacto económico que altera todos los entes de la sociedad, por lo que la disponibilidad de demanda y recursos ha crecido”, asegura la especialista del Departamento de Desarrollo Sostenible de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, Josefina Doumbia.
Afirma que los eventos en los últimos años se registran con más frecuencia y más intensidad, “vemos que las sequías, las inundaciones y los incendios forestales se evidencian más rápido, lo cual determina que efectivamente el fenómeno está aquí y trae graves consecuencias”.
“No todas las infraestructuras son afectadas con la misma intensidad, obviamente va a depender de muchos factores como la ubicación geográfica, la dependencia y los sistemas de gestión existentes. El cambio climático atraviesa y permea todos los niveles tanto horizontal como vertical de la sociedad, entonces no podemos darnos el lujo de no considerarlo”, explica Doumbia.
Especifica que dentro de los impactos probables están: las condiciones de mercado, la eficiencia y desempeño de los bienes y equipos, incremento en los costos de operación, incremento en los seguros y los costos de capital, además, impacta la seguridad, productividad y salud de los trabajadores y deja fuertes pérdidas en las proyecciones de contingencia.
El director de la Unidad de Análisis Económico y Social del Ministerio de Economía y Planificación Alexis Cruz, coincide con Doumbia, en que los desastres naturales causados por el cambio climático tienen un impacto directo en la función de producción del país.
“Esto te destruye capital y trabajo, pero hay que destacar también los impactos derivados en temas sociales, te genera pobreza, genera un desplazamiento de las personas, afecta las infraestructuras, esto provoca crecimiento de los niveles de pobreza”, especifica Cruz.
Señala que personas que fueron impactos por el huracán David en el país, aún no se han recuperado, “y hay que buscar la forma de hacerlo, también debemos tratar los impactos psicológicos que en esas personas fueron causados”, dijo.
Desafíos
La especialista Josefina Doumbia especifica que los desafíos son magnificados en los mercados emergentes donde la mayor parte del futuro crecimiento global va a ocurrir.
“En estas economías, el cambio climático está forzando a redefinir las estrategias de acceso a energía, agua potable y otros servicios básicos para quienes lo necesitan”, afirma.
Plantea como un desafío la inclusión de consideraciones climáticas en la toma de decisiones, al igual que las inversiones resilientes más adaptables a las condiciones cambiantes.
“Es por esto que es necesario hacer los análisis de más alta calidad, códigos de construcción de puertos, aeropuertos y carretas que este alineados a los efectos del cambio climático, también se necesitan regulaciones y políticas a nivel nacional; plataformas para el intercambio de experiencias y buenas prácticas y la decisión de los empresarios y operadores de empezar a considerar este riego”, resalta.
Recomiendan
“El conocimiento con relación a este fenómeno ha permitido desarrollar nuevas herramientas, pero es muy importante la divulgación de la información sobre las herramientas que se están desarrollando a diferentes niveles, para poder evaluar y mitigar los riesgos”, asegura Doumbia.
Resalta que el conociendo debe ser difundido, democratizado y que debe permitir su acceso a todos los niveles, “para poder tener economías y sociedades más resilientes, y así puedan adaptarse a esas soluciones que son tan cambiantes y tan inciertas”, dice.
En ese sentido, Juan Carlos Orrego, consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), explica que para enfrentar estos fenómenos se deben desarrollar mecanismos previos al evento.
“Y eso demanda preparación, trabajo y crear conciencia sobre la responsabilidad social empresarial, responsabilidad con el medio ambiente, los trabajadores y las ganancias”, establece Orrego.