Las economías están obligadas a producir para su mercado interno y, además, para el externo. Exportar debe ser un imperativo para todos los países que, como República Dominicana, está en la necesidad de revertir su balanza comercial históricamente deficitaria.
Muchas cosas se resuelven cuando una economía decide producir para exportar, además de suplir la demanda interna. Cuando se incentiva el sector exportador hay más empleos y, al mismo tiempo, hay más formalidad. Esto, de hecho, se convierte en un activo para el Estado, pues mientras más formal es su mercado laboral, mejores niveles de recaudación se registran.
En el caso de República Dominicana la realidad indica que hay muchos retos aún por resolver. Y no significa que tengamos que exportar más que lo importado. No, no quiere decir eso. De lo que se trata es de lograr algo de equidad, que sería igual a reducir el déficit comercial. Si el país no tiene petróleo para explotarlo comercialmente, hasta prueba en contrario, entonces sí hay otros rubros o materias primas en los que sí hay posibilidad de ser competitivos.
Los discursos de competitividad han sido escuchados por doquier. La economía dominicana ha sido estudiada hasta con antelación y ni así se logra prever el futuro. Hay problema serio relacionado con los costos de producción que impide a los industriales dominicanos obtener márgenes que les hagan más competitivos.
Los datos disponibles indican que las exportaciones totales para el período de enero-agosto del 2018 ascendieron a US$6,394.16 millones, registrando un incremento de 9.95%, en relación al 2017 cuando se ubicaron en US$5,815.41 millones. El 61.12%, es decir, US$3,908.11 millones de las exportaciones, se originaron en el régimen de zonas francas, lo que es buena noticia, pero mejor sería que existiera un balance o equilibrio con las naciones, las cuales sólo fueron el 35.69% o US$2,281.84 millones.
De los US$2,281.84 millones correspondientes a las exportaciones nacionales, US$1,798.41 millones fueron de materias primas, lo que representa el 78.8% de todo lo exportado. Exportar bienes primarios es bueno, pero sería mejor si el país estuviera en capacidad de agregarle valor, lo que mejoría el precio a que vende. Los bienes de consumos registraron US$421.51 millones, el 18.5%, mientras que los de capital solo US$61.92 millones para un 2.7%.
De acuerdo con Aduanas, en los primeros ocho meses de 2018 las exportaciones aumentaron en un 8.64% al pasar de US$2,100.30 millones en 2017 a US$2,281.84 millones en este año y obtener una diferencia neta de US$181.54 millones.
Según el capítulo arancelario las perlas finas o cultivadas, las preciosas o semipreciosas representan el 39.8% (US$909.52 millones) de lo exportado para este período, presentando una reducción de 4%, debido a que en 2017 se exportaron US$947.58 millones en ese arancel, US$38 millones más que en este año.
Sin embargo, en este mismo período las importaciones ascendieron a US$13,516.5 millones, con una tasa de crecimiento de 14.6%, en relación al mismo período del 2017 cuando se ubicaron en US$11,794.2 millones, presentando una diferencia neta de US$1,722.2 millones. ¿Qué quiere decir? Que el ritmo a que crecen las importaciones es más rápido que el de las exportaciones. Algo estamos haciendo mal como país y hay que revisarlo.