La presión tributaria se puede describir en términos llanos como la proporción del producto interno bruto (PIB) que recibe el Gobierno como recaudación fiscal.
Por ejemplo, si la economía medida por el PIB es de 500 millones de pesos y las recaudaciones totales del Gobierno suman 75 millones de pesos, eso equivale a un 15%, lo cual indicaría que la presión tributaria sobre un PIB de ese tamaño es de 15%.
En resumidas cuentas, la presión tributaria no es más que las recaudaciones totales del Gobierno en forma de impuestos y su comparación porcentual con el PIB.
Esa presión tributaria se alcanza con el cobro de los impuestos a diversos bienes y servicios, los cuales son presentados por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) como impuestos sobre la renta de las personas físicas, sobre las empresas y otras corporaciones, así como los que se aplican sin distinción de personas.
También están los impuestos sobre la propiedad, los bienes y servicios, sobre el uso de bienes y licencias, además de los gravámenes al comercio y las transacciones en el exterior, a las emisiones de CO2, así como a otros bienes y servicios.
También están los impuestos aduanales, como los aranceles a las importaciones y los selectivos al consumo.
Dentro de los impuestos sobre los bienes y servicios, que incluyen el de transferencia de bienes industrializados y servicios (ITBIS), también está el que pesa sobre los combustibles.
En las últimas tres semanas, los precios de los combustibles se han mantenido sin variación, algo posiblemente atribuible no solo a los cálculos que manda la Ley 112-00 de Hidrocarburos para su variación semanal, sino, aparentemente, a las presiones de diversos sectores por los constantes aumentos de semanas anteriores.
En todo caso, se puede hacer un ejercicio sobre la presión tributaria que pesa sobre los combustibles, tomando como base los precios de las últimas tres semanas.
Si tomamos solamente los combustibles que consumen los transportistas y los conductores privados (gasolinas premium y regular, gasoil regular, gasoil óptimo y gas propano) se tiene que su precio por galón suma en conjunto RD$998.10, incluyendo los márgenes de transporte, distribución, venta al detalle y otros.
Sobre esos valores, se incluyen los impuestos que suman RD$286.21, por lo que la presión tributaria en conjunto sería de 28.6%. Es decir, ese es el porcentaje en impuestos que pesa sobre el valor final de esos combustibles.
Si tomamos el valor de esos combustibles sólo desde el precio de paridad de importación, sin los márgenes locales, entonces su valor suma RD$549.70, por lo que el monto de los impuestos ejerce una presión tributaria equivalente a un 52%.
En forma individual, la presión impositiva sobre el precio final de la gasolina premium es de 37.3%, es decir, ese es el porcentaje que usted paga de impuestos por cada galón de ese combustible que compra.
En el caso de la gasolina regular, la presión impositiva es de 35.6%; en el gasoil regular es de un 24%; en el gasoil óptimo 26.1% y sobre el gas licuado de petróleo es un 10.9%.
En República Dominicana se comercializan 16 tipos de combustibles derivados del petróleo. Con los precios de las últimas semanas, si sumamos el valor final de cada galón haría un total de RD$2,615.59, sobre los cuales pesan impuestos por un valor total de RD$680.30, lo cual equivale a un 26% de presión tributaria.
Pero si tomamos el valor de la suma de cada galón de esos 16 tipos de combustibles, solo con el precio de paridad de importación y sin incluir los márgenes de transporte y comercialización, entonces sumarían RD$1,667.80, que con una carga impositiva de RD$680.30, nos da como resultado una presión tributaria de 40.8%.
No hay dudas de que un producto de tanta importancia y tan imprescindible para la operatividad en su conjunto de la economía, como son los combustibles fósiles, se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos fiscales del Estado, aun cuando una proporción importante es vendida a determinados sectores económicos con exoneración de impuestos.
En efecto, los impuestos a los combustibles representan alrededor del 11% de los ingresos totales del Gobierno.