Las empresas no necesitan tener efectos negativos provocados por fenómenos naturales para comenzar a promover una cultura de prevención y mitigación del impacto que estos producen.
Un fenómeno natural tan simple como las lluvias intensas por varias horas e inundaciones puede siempre causar un desastre. Pero la magnitud del desastre en la empresa varia en función del grado de preparación de ésta.
Un desastre provocado por un fenómeno natural puede causar diferentes tipos de daños a una empresa: destruir o dañar severamente su local, equipos y servicios internos y externo, causar heridas y muertes de colaboradores, interrumpir total o parcial la actividad de la empresa, provocando en algunos casos la quiebra o desaparición de ésta.
La clave para que una empresa reduzca el riesgo de sufrir serios daños es sin duda a través de la prevención y preparación.
Se debe asegurar que el local de producción o comercialización esté bien ubicado y construido, establecer un mapa de vulnerabilidad y riesgo, poner en marcha un sistema de alerta temprana, formar adecuadamente el personal, organizar un buen plan de evacuación, establecer equipamiento, artículos y servicios de emergencia, elaborar una estrategia de continuidad de negocio con el menor tiempo de interrupción posible y que opere con un mínimo de personas y desarrollar un sistema de respaldo y contingencia con soluciones de almacenamiento en la nube.
También se puede crear un comité de crisis en cual se asignen roles y se les dé cierto entrenamiento para asistir a los demás colaboradores y facilitar las acciones a realizar, tomando en cuenta que la mala gestión del riesgo operacional puede transformar un fenómeno natural en un desastre mayor.
Los peligros naturales no tienen por qué transformarse en desastres. Se puede reducir el riesgo fortaleciendo la resiliencia de la empresa y sus colaboradores, es decir, la capacidad de resistir, enfrentar y recuperarse de los impactos, identificando, comprendiendo el peligro para anticiparse a sus posibles efectos, y utilizando sistemas de alertas tempranas.
Cuando las empresas privadas asumen responsabilidad frente a los riesgos, sus objetivos tienen mayores probabilidades de ser sostenibles y de cumplirse a cabalidad, coordinando acuerdos interinstitucionales en el que se definen los roles de cada institución involucrada en la gestión de riesgo.
Sin duda incorporar la gestión de riesgo en los procesos de planificación permite que las empresas orientadas al crecimiento y desarrollo sostenible tengan mejores oportunidades de éxito.