La propia Oficina de Turismo de París advierte, sin tapujos, a los visitantes a su ciudad: “Se recomienda no salir nunca a la calle con todo del dinero, objetos de valor, joyas y billetes de avión o pasaporte encima. Utilice las cajas fuertes de los lugares de alojamiento y guarde en ellas las referencias de las tarjetas bancarias”.
“Conviene —prosigue— ser prudente, ya que los turistas suelen ser el blanco de los carteristas y ladrones. Diríjase siempre a los puntos de venta oficiales para comprar sus entradas”. “Manténgase siempre alerta en los transportes públicos, en los lugares turísticos más frecuentados (Torre Eiffel, Campos Elíseos, Louvre, etc.) y en algunos bares de alterne (en especial del barrio de Pigalle). Si se le acerca una persona que dice ser policía, no dude en pedirle su número de identificación”, concluye.
Algunos dominicanos podrían pensar que advertencias de esta naturaleza podrían afectar al turismo. Pero no parece suceder así en Francia, en donde, de acuerdo a informaciones oficiales difundidas por la prensa, más de 33.8 millones de personas visitaron París en 2017, una cifra superior a las de 2016 (30.9 millones). Más de 8.1 millones se interesaron en el Louvre y 6.2 millones en la torre Eiffel. Toda Francia habría superado los 89 millones de turistas.
Estas cifras nos hacen pensar que todos los destinos turísticos del mundo deben ensayar, por responsabilidad, algunos consejos de seguridad para sus visitantes.
Y, en el caso de los dominicanos, aunque somos un destino seguro hasta el momento, deberíamos empezar a ver las advertencias como algo natural. Los males sociales no desaparecen porque dejemos de mencionarlos.