La calidad y el monto de la deuda pública dominicana, así como su relación con el producto interno bruto (PIB) y la capacidad de pago del país, han sido temas de discusión durante los últimos años. El enfoque vendrá según el color del cristal de quien haga el análisis.
Sin embargo, hay una realidad que resulta irrefutable ante cualquier escenario: la deuda pública es alta y quizás más alta para lo que se ha logrado como resultado de ese endeudamiento. Siempre es factible analizar la calidad del gasto y las razones que generan el déficit que obliga a la emisión de bonos soberanos. La responsabilidad de quienes administran los recursos públicos, ya sea los que deciden en qué gastar o aquellos que proyectan los ingresos, también deberían estar acompañado de una dosis importante de transparencia y de consciencia respecto a que son sujetos de escrutinio.
Recientemente, el representante del Banco Mundial en el país, Alessandro Legrottaglie, mostró su preocupación por el endeudamiento del Gobierno dominicano. Su pronunciamiento fue calificado de extraño y abstraído de todo análisis de sus causas, magnitud y características. Esto, por supuesto, es una clara señal de lo que sigue.
Son las mismas estadísticas oficiales las que hablan de que el país debe mucho dinero, partiendo de la capacidad de generación interna de recursos suficientes para pagar. Las remesas, el turismo y la emisión de bonos soberanos han liderado el aporte de divisas a la economía. En los últimos seis años se han asumido compromisos por más de US$12,000 millones.
De acuerdo con la Dirección General de Crédito Público, del Ministerio de Hacienda, al 31 de julio de 2018, el saldo de la deuda del sector público no financiero (SPNF) totalizó US$31,400.2 millones, representando el 39.8% del PIB, pero cuando se consolida llega a US$38,844.2 millones, equivalente a un 49.3% del producto.
El saldo de deuda del SPNF está compuesto en un 68.40% por deuda externa, la cual presentó un saldo insoluto de US$21,477.1 millones; mientras que el 31.60% restante corresponde a deuda interna, que totalizó RD$492,137.03 millones, equivalente a US$9,923.1 millones, a la tasa de cambio de RD49.59 por dólar.
Las advertencias, aún sin tocar el punto rojo, vienen de las mismas entidades que ayudan a colocar la deuda dominicana. Según la tabla que tienen Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch Ratings, las tres principales firmas calificadoras de riesgo, la deuda dominicana está en riesgo alto o pisando el límite o línea de riesgo considerable.
Los bonos soberanos se ubican entre B1 y Ba3, en el caso de Moody’s y en el nivel BB- para las interpretaciones que le dan Standard & Poor’s y Fitch Ratings al riesgo de la deuda del país.
Si se toma como referencia las calificaciones B1 y Ba3, según la escala, el país está en el terreno vulnerable para pagar, lo que equivale a un riesgo alto.
De manera específica, una obligación calificada B es más vulnerable al no pago que las señaladas como BB, pero el emisor tiene actualmente la capacidad de cumplir con sus obligaciones. No se trata de responder rápido, sino de plantear los fundamentos o razones del endeudamiento con la esperanza de que se reducirá a través del fortalecimiento del aparato productivo exportador.