Sin dudas, el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) es una institución que tiene muchas oportunidades de mejorar la seguridad en el transporte. La actitud, por supuesto, será vital para lograrlo.
En una sociedad como la dominicana, en la que hay acumulada una deuda social en materia de educación y régimen de consecuencias, los planes pilotos pueden ser una salida expedida para demostrar si algo funciona.
En cuanto al caos del tránsito, del que nadie es ajeno en las principales ciudades del país, sería bueno hacer algunos planes pilotos. Por ejemplo, ¿por qué no poner a prueba una avenida determinada para que sólo transiten por ella autobuses de más de 30 pasajeros con paradas determinadas?
Todos sabemos el caos que provocan los carros del concho, cuyos conductores se detienen en cualquier lugar y sin tiempo definido. Esta situación, conocida por todos, está relacionada con una parte del caos. Y no hay que mencionar qué sucede en las zonas donde hay paradas, pues simplemente es un pandemónium lo que se padece.
Una propuesta como ésta, por supuesto, tiene un costo que habrá de asumirlo el Estado por el tiempo que se determine. Sería algo así como preparar una avenida con las paradas bien identificadas, es decir, el pasajero tampoco puede pedir que lo dejen donde quiera, para ver qué sucede en términos del flujo del tránsito.
Preparar un plan piloto como este sólo requiere, en principio, de voluntad política. Es necesario buscar el sindicato que opere la ruta, saber cuántos son, analizar las zonas de mayor flujo de pasajeros, calcular distancia y tiempo de recorrido, estimar demanda de asientos por hora y disponer de los agentes necesarios con toda la información disponible. Antes de todo es necesario hacer una campaña de sensibilización y educación entre los usuarios.
Una vez se demuestre que funcione, porque no creo que haya razones para fallar, lo próximo será hacer las inversiones necesarias para lograr que los choferes que quieren integrarse a la nueva política de transporte, lo hagan pagando ellos mismos los autobuses. Por supuesto, el Estado debe otorgar incentivos económicos y hasta un subsidio por un tiempo limitado y prudente.
Probemos a ver y sabremos cómo es que naciones desarrolladas enfrentaron con éxito el éxito de tener un transporte eficiente, seguro, rápido y con los más altos estándares de calidad. ¡Probemos!