Los dominicanos y extranjeros de origen dominicano residentes en el exterior podrían rondar los dos millones de personas, de acuerdo con los estudios estadísticos no tan exactos que se han realizado. Decimos no tan exactos porque muchos dominicanos residen ilegal en el extranjero y por tanto no hay forma de contarlos, aunque su aporte en envío de remesas se expresa directa o indirectamente en República Dominicana.
Las estadísticas del Banco Central, en cambio, indican que cada año los dominicanos residentes en el exterior envían a territorio dominicano alrededor de US$5,911.8 millones, lo cual es una cantidad importante entre los sectores generadores de divisas del país.
Pero se trata de dominicanos que son inmigrantes en los países donde residen. En Estados Unidos, por ejemplo, especialmente en Nueva York y Boston, deben residir más de un millón de dominicanos, los cuales aportan alrededor del 87% de todas las remesas que llegan al país. El resto se divide entre Europa, especialmente España, y otros destinos.
Pero el punto es que esos dominicanos, inmigrantes que residente en Estados Unidos, tienen un sentimiento nacionalista mucho mayor que el de los dominicanos que residimos en nuestro territorio.
Recientemente tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Nueva York en calidad de turista, me concentré en el centro de Manhattan y visité ocasionalmente algunos atractivos en los distritos de Staten Island, Brooklyn y el Bronx. En este último en donde reside la mayoría de dominicanos.
Es impresionante llegar a la zona de Washington Heights y sentirse como estar en cualquier sector de República Dominicana, donde más del 80% de los habitantes y de los negocios son de dominicanos y donde todos se comunican en su idioma de origen, a los dólares les dicen pesos y las iglesias tienen dos horarios de cultos, uno en idioma inglés y otro en español.
Es como si esa zona no perteneciera a Estados Unidos y las diferencias están en las edificaciones, el efectivo sistema de transporte, los centros educativos y médicos cercanos, la organización vial, limpieza y seguridad ciudadana. Ahí sabemos, entonces, que no estamos en territorio dominicano.
Pero el punto es que al conversar con todos esos inmigrantes dominicanos, nuestros compatriotas, nos damos cuenta de que son activos críticos de la presencia de ciudadanos haitianos en territorio dominicano, de que los vecinos de Haití nos están desplazando en nuestros puestos de trabajo informal y hasta formal en nuestro país y de que el Gobierno es negligente en cuando a los rigores migratorios contra los ellos.
Es ahí donde se aprecia una aparente contradicción, pues para los que no residimos en el extranjero, suponemos que nuestros compatriotas allá están en las mismas condiciones o en condiciones parecidas a las que estarían los haitianos acá, lo cual hace pensar que deberían ser más comprensivos en ese sentido y no todo lo contrario.
Yo me pregunto qué piensa un estadounidense de nacimiento y origen de la presencia abrumadora de extranjeros dominicanos en una amplia zona del alto Manhattan y qué derechos piensan esos dominicanos que merecen de parte de esa nación por el hecho de residir en su territorio.
Se puede pensar que lo mismo podríamos sentir los dominicanos de nacimiento y origen sobre los haitianos y lo que estarían pensando ellos sobre los derechos que merecen de parte nuestra por el hecho de residir acá, ya sea de forma legal o ilegal.
Claro que hay mucha diferencia. La mayoría de los dominicanos en Estados Unidos están en condición legal, llegan con documentos de origen, son fácil de registrar o identificar. En el caso de los haitianos acá es lo contrario, la mayoría viene sin documentos de origen y no hay forma de regularizarlos de manera efectiva, aunque quisiéramos.
Ellos, los haitianos, vienen de una nación mucho más pobre, con riesgo de enfermedades y de otros posibles males. Los dominicanos que entran a Estados Unidos son generalmente gente sana, en buena salud y con menos necesidades o precariedades que los haitianos.
Pero en todo caso, admiramos el sentimiento nacionalista de los dominicanos en el exterior, aunque es extraño que por su condición de inmigrantes allá no sean más comprensivos con los vecinos inmigrantes acá.