Jairon Ortiz Batista es la fuerza de voluntad materializada. Desde muy niño soñó con ser útil a la sociedad, a su familia y convertirse en un ejemplo digno de imitar. Quiere que República Dominicana brille en el escenario internacional por ser una tierra que pare talentos científicos. Ha demostrado que sí, que todo es posible siempre que creas en que lo puedes hacer.
Lo que antes era sólo un sueño comenzó a ser realidad a mediados de 2015 cuando inició su primer gran proyecto: una retroexcavadora no tripulada a control de remoto. A muchos les pareció una idea imposible de lograr, menos para él. Durante los últimos 36 meses sólo se ha enfocado en las energías positivas.
Sin conocimientos siquiera básicos de electrónica ni hidráulica, pues no ha ido a un centro técnico para estudiar, sólo con ideas de mecánica, pero con el convencimiento pleno que lo lograría, se armó con la principal herramienta de que disponía en aquel entonces: confianza en sí mismo. Este joven, de sólo 20 años, recién graduado de bachiller, está dispuesto a cambiar la forma en que el mundo utiliza la energía.
Bombas hidráulicas de tractores viejas y reparadas; pedazos de barras de hierro, engranajes, cadenas desechadas de motocicletas, mangueras flexibles de fregaderos e inodoros y un dispositivo electrónico de un juguete a control remoto podrían ser, a simple vista, las principales piezas que mueven la retroexcavadora construida por Ortiz Batista. Pero no, no sólo se trata de la combinación empírica, pero con lógica, de estas piezas recicladas que convirtieron en realidad una idea que venía cuajándose desde muy niño en la cabeza de este joven.
Hay otras variables aún más importantes y determinantes: la creatividad y la fe en sí mismo. Su persistencia, como combustible para no parar, a pesar de las voces que a veces le decían que no lo haría, y la necesidad que caracteriza su pobreza material, pero con una riqueza infinita de fe y persistencia, lo llevaron a materializar un prototipo que prueba una sola cosa: creer que se puede.
La retroexcavadora no tripulada a control remoto le tomó tres años, muchas pruebas y errores; días largos sin resultados positivos, ratos intensos de persistencia y voces a favor y en contra con las que tuvo que lidiar. Convirtió su casa en su centro de trabajo. En una habitación puso el laboratorio para pruebas, en otra el almacén de piezas, en la sala practica y exhibición y el patio, en un lateral de su vivienda, a la intemperie, tiene su pequeño taller que le ha servido para construir la máquina.
“Cuando uno acciona le da un estímulo a las piezas. La máquina dispone muchas funciones: girar, avanzar hacia delante o hacia atrás y actuar como cubo. Estoy trabajando en un sistema de electricidad renovable. Yo creo en la posibilidad de un suministro de energía que podíamos llamar mágico, que no necesite de una fuerza motriz por combustión. Ejemplo: un generador eléctrico necesita una planta por ignición para impulsar el generador de electricidad. Creo que los imanes pueden ser una solución”, explica.
Apuesta al uso de campos magnéticos combinados con diodos y otras piezas para lograr electricidad permanente que en principio sería de 12 voltios. Dice que hay otros que han logrado encender un bombillo con imanes, pero no generan potencia y eso es lo que está buscando, pues es necesario generar potencia de manera permanente. De esta forma, afirma, se podrá alimentar un inversor que, a su vez, alimentará una casa.
En un lenguaje sencillo, explica que un inversor lo que hace es tomar 12 voltios y elevarlo a 110, razón por la que busca generar potencia de manera permanente. Esto sería, afirma, la forma en que se alimentará la retroexcavadora y otros equipos que un futuro puedan conectarse.
Ortiz Batista le saca provecho a cualquier cosa que pudiera ser útil. Tomó una fuente de energía de una computadora y aprovechó las resistencias, la bobina y otras piezas.
¿Cómo se inició todo en su mente? Las primeras ideas de la retroexcavadora surgieron a raíz de un llamado que hubo en su liceo Ramón Marte Pichardo por pedido del Ministerio de Educación, para una feria científica. El premio era un viaje a la Nasa, en Estados Unidos. Él quería ganarse el premio. Ahí fue cuando se propuso hacer realidad lo que tenía años sólo revoloteando en su mente. Sin embargo, no pudo finalizar el proyecto a tiempo porque necesita dinero para construir la máquina.
“Yo sabía que mi proyecto podía participar, pero no pude hacerlo. Lo que sí hice fue seguir trabajando con persistencia hasta lograrlo. Todo esto fue en básica y luego continué en secundaria cuando llamaron a otra feria de ciencia. Me inscribí, pero tampoco pude terminarla porque era muy grande. Quería impresionar y decirles a todos que yo podía hacerlo. Entonces, para participar, hice un proyecto más pequeño y gané la feria de ciencia”, explica.
Narra que a finales de 2017, aunque el proyecto aún estaba sin terminar, presentó la máquina a los estudiantes, profesores y personalidades de la comunidad. Aún conserva fotos y videos del momento en que expuso para presentar el proyecto. Sin embargo, fue en mayo de este año cuando por fin termina la etapa piloto que hoy le ha valido el reconocimiento de la comunidad. “El 11 de mayo fue un día especial, pues fue cuando realmente se hizo la presentación pública ante las autoridades del liceo donde me gradué de bachiller. Fue un día muy especial para mí, mis amigos y mi familia”, sostiene.
Dice que su padre Juan Antonio Ortiz García es quien tiene algunos conocimientos empíricos de electrónica y mecánica y que él sólo ha sido un observador, lo cual le ha servido para llevar a cabo el proyecto.
Materiales
¿Cómo consiguió los materiales? Desde que se decidió por iniciar la construcción de la máquina hizo diligencias para, poco a poco, juntar las piezas que les servirían para la obra. Fue algo que, según dice, iba surgiendo casi de manera espontánea, pues hubo quienes le donaron y ayudaron de alguna manera. Decidió trabajar todos los días en un taller de soldadura para ganar dinero que luego le serviría para comprar las piezas que no podría conseguir en donación, pero también para mandar a hacer en el torno.
Una de las cosas que más agradece es el apoyo de amigos mecánicos o no que cambiaban alguna pieza de un vehículo y se la daban porque entendían que podía servirle para algo. Hoy, dice, esas acciones también fueron parte esencial en la materialización de su idea de construir una retroexcavadora piloto que no necesita de un tripulante, aunque aún es sólo un diseño que necesitará de mayor apoyo de parte de quien sí tenga la capacidad para perfeccionarlo e industrializarlo.
“Me dieron aceite hidráulico, tuercas, bombas, motores eléctricos y otras cosas, algunas de las cuales se dañaron en el proceso de prueba”, explica Ortiz Batista, quien contó a elDinero que ya se ha asesorado en relación al proceso de registro ante la Oficina Nacional de Propiedad Industrial (Onapi), pues considera que su innovación tiene méritos para ser reconocida y recibir una patente porque es una innovación.
Estima que cuando se pone a sacar balance, contando a partir de 2015, invirtió cerca de RD$200,000, que es casi todo lo que ha obtenido en su trabajo en el taller en los últimos tres años. Sin embargo, con rostro dibujado por la satisfacción de haberlo logrado, afirma que valió la pena intentarlo y demostrar que sí pudo.
Detalla que previo a la elaboración de una pieza o una parte de la máquina, siempre hacía un dibujo o borrador de plano, a fin de tener todo documentado para corregir fallas que se iban presentando durante el proceso.
Vocación
Cuenta que desde pequeño ha tenido una vocación “que Dios le ha dado, por así decirlo”, pues sus primeros experimentos fueron con pilas o baterías de radio, carritos eléctricos y otras cosas que tuvieran algún circuito electrónico. De ahí, dice, fue evolucionando en la medida en que iba experimentando. Sentía que su mente se desarrollaba y que su capacidad de materializar sus ideas era más poderosa.
Narra que siempre ha tenido la intención de mejorar las cosas que ve en el día a día, pues asegura que todo se puede mejorar para bien de los seres humanos. Cuando ve un sistema funcionando, por ejemplo, explica que lo imagina funcionando con más eficiencia, sin que esto signifique que lo critique. Su intención, afirma, está enfocada en lograr que todo funcione con eficiencia y sea provechoso para los seres todos.
Estas ideas es lo que, asegura, lo llevaron a construir esta máquina que ahora funciona con baterías cargadas con un inversor, pero que su objetivo es que su energía sea completamente renovable, ni siquiera utilizando paneles solares, sino que piensa en la posibilidad de utilizar la electricidad de los campos magnéticos. “Los paneles solares es una forma de energía renovable, pero necesita del sol como fuente; yo me refiero a una energía que surja de algo que genere por sí solo, que no necesite de otro elemento para producirla”, explica.
Ortiz Batista quiere, y está en el proceso de lograrlo, generar potencia suficiente para darle energía a la máquina que ya probó que funciona de manera remota.
Descripción
Uno de los puntos más destacables para su diseñador es que la máquina no necesita de una persona sobre ella para manejarla, lo que reduce o elimina el riesgo de lesión física mientras se trabaja. Explica que los trabajos que hacen estas retroexcavadoras son de algo riesgo, razón por la que considera que será exitosa. Sin embargo, está consciente de que se necesita recursos para seguir investigando y mejorando el proyecto.
Destaca como un elemento muy positivo, a propósito de que ahora el planeta está bajo la amenaza de la contaminación, que no usa motor de combustión. Todo lo contrario, explica que utiliza un sistema eléctrico que protege el medio ambiente y no contamina ni afecta a los seres humanos.
Para Ortiz Batista, el hecho de que la máquina sea silenciosa es otro punto a favor del proyecto, pues por esta característica podría trabajar en zonas pobladas sin que genere molestia a los vecinos. Además, no es muy complicada para la operación. La puede manejar una persona con poca práctica”, dice.
Familia
Jairon Antonio Ortiz Batista expresa agradecimiento a sus padres Juan Antonio y Melki, quienes han sido su soporte en todo lo que ha emprendido. Tiene un hermano, cuyo nombre es Jarlin Antonio.
Cuando se le pregunta sobre su decisión de ser un joven útil a la sociedad, contrario a lo que hacen algunos otros de su generación, explica que desde pequeño siempre ha contado con el apoyo de sus padres, quienes les han dado amor y educación.
Con tono de agradecimiento refiere que sus padres siempre les han inculcado el bien para que se convierta un buen ser humano, orientándolo por el camino. Además, dice, siempre ve las cosas a su alrededor desde un punto de vista positivo.
“Pienso en todo lo que pueda ayudar en la sociedad. Jamás me pasan cosas negativas por mi mente. Creo que tengo que ayudar y ser positivo y de bien para mi país”, afirma Ortiz Batista, quien nació en Cerro de Navas, Luperón, provincia Puerto Plata, pero que junto a su familia llegó a Constanza. Sus padres tuvieron que emigrar a Bonao en busca de otras fuentes de ingresos, pero él aún está en La Ciénaga, comunidad El Río, hasta que complete todo el proyecto e inicie los estudios en el Instituto Tecnológico de las Américas (ITLA) a través de una beca que le prometió la ministra Robiamny Nadesha Balcácer Vásquez.
Los que colaboraron con él este proyecto fueron: Julio Ángel Díaz Montero, José Víctor García y Araldoni Vargas Quiroz en la construcción, pero agradece a todos los que le donaron materiales.
Beca
A Jairon Ortiz Batista le prometieron una beca a través del Ministerio de la Juventud, por lo que desde septiembre está previsto que inicie estudios formales en el Instituto Tecnológico de las Américas (ITLA).
Color esperanza
Diego Torres
Sé que hay en tus ojos con solo mirar
Que estás cansado de andar y de andar
Y caminar girando siempre en un lugar
Sé que las ventanas se pueden abrir
Cambiar el aire depende de ti
Te ayudará, vale la pena una vez más
Saber que se puede querer que se pueda
Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Es mejor perderse que nunca embarcar
Mejor tentarse a dejar de intentar
Aunque ya ves que no es tan fácil empezar
Sé que lo imposible se puede lograr
Que la tristeza algún día se irá
Y así será la vida cambia y cambiará
Sentirás que el alma vuela
Por cantar una vez más
Saber que se puede querer que se pueda
Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Saber que se puede querer que se pueda
Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Vale más poder brillar
Que solo buscar ver el sol
Pintarse la cara color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Saber que se puede querer que se pueda
Pintarse la cara color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Compositores: Diego Torres / Gerardo Horacio Lopez Von Linden / Roberto Fidel Ernesto Sorokin