Le llamó pedófilo en el tuit en el que lamentaba que hubieran menospreciado su ofrecimiento y propuesta para rescatar a los integrantes de un equipo infantil de fútbol atrapados en una cueva en Tailandia. El pasado 15 de julio, Elon Musk, insultó de esa forma a un rescatista inglés que calificó de propaganda el ofrecimiento del fundador de Tesla.
Dos días después del incidente, borró el desafortunado tuit y pidió disculpas por lo que había hecho. Para ese entonces, ya se había convertido en centro de críticas a través de dicha red. Y en protagonista de historias de medios de comunicación en las que ya hablaban de un emprendedor voluble, cansado, equivocado, frustrado… que está poniendo en problemas sus empresas con actitudes tuiteras como esa. Esos mismos reportes reconocen que las acciones de Tesla bajaron un 2.75% al día siguiente de hacer público ese tuit.
Pero no hay que ser Musk para meterse en problemas en las redes sociales. Cada quien se juega su reputación en su ámbito de acción e influencia cuando expresa a través de ellas algo que, si lo hubiera pensado dos veces antes hacerlo público, posiblemente no lo hubiera compartido.
Hay opiniones y afirmaciones que usted se traga cada día al hablar con otras personas para evitar repercusiones negativas. El mundo digital no le va a librar de ellas. Al contrario, las puede multiplicar exponencialmente.
Así que, si no las dice, aunque las piense, en su círculo de confort, tampoco las haga públicas en sus redes sociales. Y si siente la tentación de hacerlo, frénese, reflexione, evalúe consecuencias. Expresarse en las redes en caliente le puede impactar en su reputación. Y hasta le puede salir caro. El rescatista inglés habló de demandar a Musk. Aún no sabemos si lo ha hecho.