El Citi, considerado como uno de los bancos de mejor reputación en el mundo, ha reconocido el excelente manejo que le ha dado República Dominicana a su deuda. Esto, por supuesto, no debe interpretarse como un impulso a seguir tomando prestado para financiar todas las actividades del Estado.
Si bien endeudarse en bonos resulta más costoso, la ventaja está en la tranquilidad que ofrecen las tasas fijas. En el caso dominicano, además de esta ventaja, está la del tiempo de madurez, lo que también agrega otra dosis de tranquilidad para cumplir con los compromisos financieros internacionales.
La calificación de la deuda da información a los potenciales inversores sobre el riesgo que asumen al invertir en un producto financiero en un momento determinado. El riesgo soberano, o riesgo país, es un término muy relacionado con el concepto de prima de riesgo. Suele utilizarse también para referirse a la calificación de riesgo dada a un Estado por las agencias de calificación para determinar la posibilidad de que éste cumpla con sus obligaciones financieras.
En lo que respecta a República Dominicana, las agencias calificadoras de riesgo Standard and Poor’s, Fitch Ratings y Moody’s, las tres de mayor renombre, observan un escenario cargado de certidumbre cuando analizan la deuda dominicana. Ninguna ha variado su opinión de manera significativa en los últimos meses.
Como lo establece un trabajo publicado en esta edición, Standard and Poor’s, por ejemplo, mantiene la calificación de riesgo de la deuda dominicana en BB- Estable desde junio de 2015. Lleva 12 revisiones sin cambio. En el caso de Fitch Ratings, que la tenía en B+ positivo, su último cambio fue en diciembre de 2016 cuando la ubicó en BB- Estable. Moody’s, de su lado, la tenía en B1 Estable hasta que decidió cambiar de opinión en septiembre de 2017 y la movió a Ba3 Estable.
Sin duda, es una señal muy clara de que el manejo de la deuda pública ha sido positivo, sin que estos resultados inviten a tomar más empréstitos sin control. Ser prudente siempre es saludable en materia de financiamiento.
Por ejemplo, en los primeros tres meses de este año la deuda dominicana aumentó en US$1,837.7 millones, de los cuales US$1,822 millones (99.1%) fueron recursos de colocación de bonos en los mercados internacionales para el financiamiento del Presupuesto. Esta acción, que es normal en cualquier país, sea en desarrollo o desarrollado, debería ser tomada con mayor cautela en naciones cuya capacidad de agregar valor al producto interno bruto (PIB), vía la producción nacional, se ha visto limitada.
En la medida que un país no puede generar riquezas internas con recursos propios, sino a través de financiamiento, está en medio de una realidad que merece cuestionarse. Ser cuidadosos con la salud de la deuda es una decisión inteligente.
Si bien el tiempo de madurez de la deuda dominicana ha mejorado, no menos cierto es que el tiempo es inexorable.