Recientemente estuve en Puerto Rico invitado por la Swiss Re con la intención de que en el mercado asegurador dominicano aprendiéramos de la trágica experiencia de nuestros hermanos puertorriqueños con los estragos causados por los fenómenos naturales Irma y María, ocurridos el 6 y el 21 de septiembre de 2017, respectivamente. Estos eventos azotaron todo el territorio de Puerto Rico, destruyendo viviendas, industrias, vías de comunicaciones, tendido eléctrico…
El Superintendente de Seguros de Puerto Rico ha calculado los daños en unos US$30,000 millones, de los cuales las aseguradoras han pagado más de US$7 billones con más de 240 mil reclamaciones, donde colapsó el servicio, las atenciones del mercado, para lo que nadie puede estar preparado ante la magnitud de las pérdidas. Hoy aun a medio país no se le ha podido restablecer el servicio de electricidad, ni todos los asegurados han logrado el ajuste de sus pérdidas, lo que produce incremento en las mismas, sobre todo en las pérdidas consecuenciales, agravando la situación del país y las aseguradoras, donde se espera que unas cuantas no puedan cumplir con sus compromisos.
La intención de la Swiss Re es interesante. Ellos tienen mucho que perder en República Dominicana, ya que son de los principales reaseguradores, y gestionar que nuestro mercado conozca las circunstancias en que está el mercado asegurador de Puerto Rico, puede ayudarnos a mitigar y gerenciar nuestras circunstancias ante un evento parecido, lo que sin duda está dentro de nuestras posibilidades esta temporada ciclónica que comienza ya, u otra cualquiera en los años por venir.
La ventaja de nuestra isla es que al ser 39,338 KM2 mayor que Puerto Rico, con una cadena de montañas en el centro, un solo evento o ciclón no podrá destruir toda la isla como hizo María con el territorio de Puerto Rico. No obstante, ante una magnitud como el ciclón María, pasando por una región como el Este, pondría en riesgo la capacidad operativa de nuestro mercado, porque no es cierto que tendríamos el personal completo para evaluar y ajustar las pérdidas en un tiempo conveniente para los asegurados.
Algo que sí debemos nosotros aprender, es que debemos inspeccionar bien los riesgos que aceptamos y cobrar las primas suficientes, y comprar la capacidad, el nivel de reaseguros catastróficos conveniente para garantizar la sostenibilidad de nuestras empresas, cumpliendo con nuestros compromisos ante los asegurados.
Nuestra gran preocupación está del lado gubernamental, que a pesar de que Puerto Rico tiene la participación más alta del per cápita de seguros sobre el PIB, son muchas las propiedades del Gobierno que no tienen cobertura, en República Dominicana apenas llega al 2%, y es muy poco o nada que nuestro Estado tiene asegurado de su infraestructura, y sin suficiente recursos para asegurarse, lo que de ocurrir cualquier catástrofe, sea por ciclón o terremoto, quedaremos sin recursos para recuperarnos, lo que desgraciadamente aumenta las dificultades de aquellos que puedan tener buenos programas de seguros.
Recomendamos a las autoridades evaluar cuáles han sido sus pérdidas consecuenciales cada año, para conocer sus promedios, con lo cual podríamos diseñar coberturas paramétricas por región, como se están implementando en algunos países, donde las primas son sostenibles para nuestros mercados.