La importante tarea del supervisor en el sector seguros, tema abordado ampliamente en la XXIX Asamblea Anual de ASSAL, nos plantea que debemos considerar el empoderamiento de los asegurados. Ellos serán los principales afectados con la falta de garantías y oportunidad de las aseguradoras. Es tarea importante del supervisor, que la calidad de la intermediación sea promovida, mantenida y supervisada, sobretodo en un mercado donde el precio es tan fundamental a la hora de contratar las coberturas cotizadas, ya que las mismas no reflejan la solvencia ni la liquidez de las aseguradoras.
Nunca, en todos mis años de labor en el mercado asegurador, un cliente me ha cuestionado sobre las inversiones de las reservas de las aseguradoras; cuáles instrumentos usan, en cuáles bancos e instituciones y por cuáles montos rondan las reservas. Pero, peor, es que no todos los intermediarios manejan bien el tema, donde muchos de ellos, después del diseño del programa, no se cuidan de saber la salud financiera de las aseguradoras donde colocan los riesgos. Algunos que además son intermediarios de reaseguros, colocan los riesgos en el mercado internacional, algo que particularmente cuestiono, ya que asumen el papel de las aseguradoras, y donde el supervisor debe poner mayor atención.
Como sabemos, el seguro es un negocio financiero, mucho más delicado y comprometedor que el negocio de los bancos y, por ende, las aseguradoras hacen tesorería, con las inversiones de las reservas obligatorias, para hacer el negocio más rentable; porque no siempre venden el servicio de seguros con beneficios técnicos, donde las primas deben superar los siniestros, costo de reaseguros, intermediación y administrativos, un papel que el supervisor no puede perder de vista, si no quiere luego tener que intervenir a éstas y garantizarle a los clientes sus indemnizaciones, comisiones o pagos de servicios.
Pero es más complejo y profesional el asunto del supervisor, para velar porque el programa de reaseguro del asegurador sea suficiente y de la calidad necesaria para ofrecer seguridad y garantía; límite suficiente a la cartera que tiene bajo responsabilidad, de acuerdo a sus pérdidas máxima probable, sobre todo en caso de eventos catastróficos.
Las aseguradoras, como he dicho, manejan fondos del público, y alguien debe velar porque su administración sea la mejor. Y en este caso de los seguros es más grave, porque solo cuando ocurren los eventos, es cuando se puede conocer si el servicio comprado fue suficiente y es cuando sabremos si la aseguradora es bien manejada. Pero el supervisor no debe esperar, debe invertir todo su ingenio para proteger a la ciudadanía, y para ello necesita tener un sistema bien estructurado y profesionales preparados, proactivos, con una buena legislación que le permita una buena operatividad.
El regulador debe ser oportuno al momento de intervenir una aseguradora por el incumplimiento de la ley, porque mientras más tiempo pasa en dificultad la aseguradora, puede estar consumiendo las primas no devengadas, las cuales les pertenecen a lo asegurados, y peor aun, cuando se trata de un reclamante por su indemnización, o un suplidor, como los intermediarios y sus comisiones, o los ajustadores…
En los recientes acontecimientos atmosféricos que azotaron a nuestros vecinos boricuas que, como ustedes saben, aún no han podido liquidar las pérdidas, tal vez muchas aseguradoras no puedan responder adecuadamente, en vista de que no compraron capacidad al nivel de los riesgos que soportaban, y al ser tan grande y generales las pérdidas, estas ni siquiera cuenten con los capitales propios para responder, y esta es una tarea muy especial y profesional del regulador que esperemos que no ocurra en nuestro mercado.