A veces nos sentimos impotente ante el gran desafío que representa tener un estilo de vida sostenible, y mayor aún si tenemos que evaluar qué le vamos a dejar a las generaciones futuras.
Independientemente de que seamos parte de una empresa que tenga una gestión de negocios socialmente responsable, un estilo de vida sostenible es responsabilidad individual y se realiza a través de los actos y consumos diarios.
Llevar un estilo de vida sostenible es parte de una identidad que elegimos y decidimos. Es un concepto social y transformador; su fin es ayudarnos a ser y vivir mejor, de una manera responsable con la sociedad y con las generaciones futuras.
Como consumidores debemos optar por la elección de un producto o servicio producido por una empresa socialmente responsable, es una elección voluntaria de cadenas productivas que muestran respeto por los ecosistemas o los recursos naturales empleados en la industria.
El desconocimiento o la desinformación de la realidad hace que ignoremos el impacto que genera el consumo de cada uno de nosotros, saber de dónde vienen los productos que consumimos y hacia dónde nos llevan, nos permite ejercer un consumo responsable.
El consumir de manera responsable es el resultado de un replanteamiento al satisfacer nuestras necesidades, realizando una elección de productos y servicios en base a su calidad y precio, a su impacto ambiental y social y la conducta de las empresas que los elaboran.
El principio fundamental de un cambio es reconocer que todos somos responsables de nuestro consumo y de los impactos sociales y ambientales de la producción, consumiendo solo lo necesario.
Asumir un estilo de vida sostenible implica tener en cuenta que debemos priorizar productos con menor impacto ambiental y reducir el consumo de los recursos naturales más limitados.
Como consumidor podemos convertir nuestra capacidad de compra en un instrumento de presión para que las empresas cumplan con las garantías sociales, laborales y medioambientales, apoyando las organizaciones que cumplen comprando productos locales, productos ecológicos o de comercio justo, productos naturales y productos reutilizados y reciclados, buscando alternativas que minimicen la explotación de los recursos naturales: segunda mano, reutilizar, intercambios y reparación.
Hay numerosas razones medioambientales, así como económicas, que nos llevan a asumir la responsabilidad como consumidores. El consumo responsable es una lucha constante que, más que una opción, se ha convertido en una obligación si queremos que haya futuro. ¡Empieza desde hoy, eres parte del cambio!