Quiero ser senador o diputado, cualquiera de los dos me daría igual. Total, en ambos casos hay beneficios que cualquier ciudadano común desearía tener (y disfrutar).
Como legislador, aunque también hay otros que lo hacen, me haría “el chivo loco” con el artículo 140 de nuestra Constitución, que dice: “Ninguna institución pública o entidad autónoma que maneje fondos públicos establecerá normas o disposiciones tendentes a incrementar la remuneración o beneficios a sus incumbentes o directivos, sino para un período posterior al que fueron electos o designados. La inobservancia de esta disposición será sancionada de conformidad con la ley”.
Yo no puedo traer un vehículo libre de impuestos, aunque los legisladores, que fijan los tributos para el resto de la población, pueden hacerlo y hasta “vender la exoneración pa´lante” sin que haya sanción por el mal uso de ese privilegio.
Yo no tengo la posibilidad de aumentarme el salario, aunque los legisladores, que ellos mismos hacen las leyes y tienen autonomía presupuestaria, lo hacen sin que les pique un dedo. No creo que un senador o diputado le importe cuánto se paga de impuestos en los combustibles, pues ninguno compra gasolina o gasoil, aunque son ellos quienes fijan los impuestos.
Los legisladores aprobaron la Ley de Seguridad Social, calificado como universal para los empleados públicos y privados, pero ellos tienen el Instituto de Previsión Social del Congresista Dominicano, que “pagan con fondos del Congreso”, pero que al final es pagado con los impuestos que paga la población. Su sistema de pensiones es muy particular, nada que ver con el de la mayoría.
Ojalá aparezca algún legislador que tenga sus hijos inscritos en una escuela pública, a pesar de que al sector educativo se le entrega el 4% del PIB. Quiero ser diputado o senador porque sé que mis vástagos estudiarán en las universidades más caras y prestigiosas del país y del extranjero.
Y lo mejor: me gustaría ser diputado o senador porque luego de haber rendido todos los frutos a la Patria, aunque sea por un medio período, me toca pensión como legislador con mi salario casi intacto. Así cualquiera se sacrifica.
Ah, y también me gustaría ser diputado o senador porque aunque me toca legislar, es decir, aprobar y modificar leyes, no tengo que saber cuántos artículos tiene la Constitución porque eso, al final, no importa. Quizá por estas y otras razones es que el verbo legislar sólo aparece dos veces en la Constitución, porque lo menos que se hace en el Congreso es, precisamente, legislar.