El modelo de asistencia social concebida en Europa occidental, y muy especialmente en los países nórdicos, prevé asistencia económica y social para sus ciudadanos desde el momento que nacen hasta que mueren. En estos países ricos, los programas de asistencia social se consideran como parte de los derechos de los ciudadanos, y se encuentran solventados por altas tasas de impuestos que recaen sobre una amplia base de tributación y un eficiente mercado laboral.
No obstante, el modelo de la asistencia social se basa en un concepto de pirámide en el que las generaciones futuras trabajan y producen los ingresos fiscales que serán utilizados para solventar los programas de asistencia social en ese momento. El envejecimiento de la población, debido a una reducción en la tasa de natalidad, ha causado un cambio importante en la estructura económica de estos programas, lo que ha llevado a que estos estados europeos sufran de déficits fiscales.
En Latinoamérica, ya se empieza a acercar el futuro de la insostenibilidad fiscal causada principalmente por programas de asistencia social, y muy especialmente por pensiones y otros programas de ingreso garantizado. El mejor ejemplo es Brasil, sumido en una crisis política y económica en parte causada por este fenómeno.
En Brasil, el 50% del presupuesto gubernamental se invierte en pensiones y salud, mientras que el 3% se invierte en cada uno de los renglones de educación e infraestructura. Esto ha causado un enorme déficit fiscal que se estima llevará la deuda gubernamental a un nivel de 307% del PIB para 2050.
Ante este panorama, los calificadores de riesgo continúan reduciendo la calificación de Brasil, lo que hace más difícil y más caro que el país pueda acceder a los mercados internacionales de capitales. La situación demográfica y económica es insostenible, pero sin un compromiso de la clase política de reformar el sistema, se podría generar una crisis en los próximos años.
De lo anterior no se desprende la inevitable conclusión de que los programas de pensiones y asistencia social deben ser eliminados. No obstante, la responsabilidad recae sobre los gobernantes de turno de establecer programas viables a largo plazo ante los cambios demográficos de cada país.
Como comentan algunos, los países Latinoamericanos se están “poniendo viejos, antes de hacerse ricos”, lo que tiene el efecto de producir esta crisis de sostenibilidad fiscal. Nos toca en RD asegurar que tengamos un programa de gasto gubernamental a largo plazo para evitar esta lamentable situación.