La tasa de política monetaria no sólo es un instrumento que, entre otras cosas, sirve para mantener a raya la inflación, sino que, en sí misma, partiendo de su comportamiento, es un reflejo de lo estable que es una economía. El caso dominicano demuestra fehacientemente que ha habido una correspondencia entre los objetivos de las autoridades y los resultados.
No es necesario discutir si esta estabilidad no es más que una postergación de una crisis; de lo que se trata ahora es ver los resultados y lo que se ha logrado en materia de política monetaria. La estabilidad debe ser lograda a como dé lugar. Jamás debe renunciarse a ella. Para nadie es un secreto que resulta difícil, por no decir imposible, planificar inversiones o desarrollo en un contexto de inestabilidad.
Según el Banco Central (BC), la inflación anual (diciembre 2016 hasta diciembre de 2017), a través de la variación del índice de precios al consumidor (IPC), concluyó en 4.20%, lo que indica que cerró el año en torno al valor central del rango meta de 4.0%+/-1.0% establecido en el Programa Monetario.
Desde que en su reunión de julio de 2017 el BC redujo en 50 puntos básicos su tasa de interés de política monetaria, pasando de 5.57% a 5.25%, las autoridades la han mantenido sin cambio. La decisión, además de la ralentización económica del primer semestre, tomó en consideración el balance de riesgos en torno a las proyecciones de inflación, la evolución de los principales indicadores macroeconómicos nacionales, el entorno internacional relevante y las expectativas del mercado. La estrategia ha funcionado correctamente.
Como reconfirmación de que hay estabilidad de precios, que es vital para los planificadores en cualquiera de las facetas de la economía, en marzo la tasa de interés de política monetaria se volvió a dejar en 5.25%. Esto, sin duda, es un indicativo de que todo está tranquilo en materia de precios.
Como en meses anteriores, las autoridades sustentan la decisión en el examen exhaustivo del balance de riesgos en torno a los pronósticos de inflación, los principales indicadores macroeconómicos nacionales, el entorno internacional relevante, las expectativas del mercado y las proyecciones de mediano plazo.
Entre los indicadores macroeconómicos nacionales está la inflación, que es un referente para decidir qué hacer con la tasa de interés de referencia. La otra variable a tomar en consideración es cuánto cuesta el dólar respecto al peso. La tasa de cambio promedio del mercado spot para la compra del dólar estadounidense durante el período enero-diciembre de 2017 fue de RD$47.44/US$, para una depreciación de 3.1% en relación con igual período de 2016. Aquí se destaca que la depreciación acumulada de la tasa de cambio promedio, a diciembre de 2017, fue de 3.2% respecto a diciembre de 2016.
Son cifras que establecen claramente que la política monetaria ha sido un factor determinante para alcanzar la meta de la estabilidad de precios, la cual es vital para planificar el desarrollo. A lo único que se puede aspirar, además de que la inflación siga tranquila, es a una estabilidad sustentada en otras variables, como es la generación de divisas como factor estabilizador del mercado interno.
Posiblemente aquí es donde está uno de los principales retos del país. Si la economía generara divisas suficientes como para no sólo depender de la política monetaria, es muy seguro que se le facilitaría muchísimo más el trabajo a las autoridades monetarias.