En los últimos años, las góndolas de los supermercados del país despiden el aroma de varias marcas de café que, pese a competir en un nicho dominado por un producto emblemático enraizado en la cultura dominicana, se abren paso en el gusto del ciudadano y ganan su espacio en el mercado.
Monte Alto, Gente de la Isla, Perla Negra, Gran Café Orgánico, Mamá Inés o Monte Real son algunos de los productos que se ofertan ahora junto a marcas muy conocidas del mercado, como la dominante Santo Domingo, u otras importadas (Bustelo, Goya o Nescafé).
Todas se enfocan en captar la atención del cliente en un sector liderado por Industrias Banilejas (Induban), empresa que inició sus pasos en 1946 de la mano de Manuel de Jesús (Masú) Perelló que hoy mantiene la supremacía con Café Santo Domingo y, además, oferta otras marcas como Pilón e Induban Gourmet.
Pero el mercado se diversifica poco a poco, incluso con proyectos locales, como Café del Rey, que se vende en Hato Mayor, o Café Familiar y Melo, en Independencia, Pedernales, Bahoruco, Azua y Barahona.
Las marcas pequeñas se ofertan, en su característica distintiva, como una opción viable para consumidores que prefieren el café puro cultivado en distintas regiones del país, en un momento en que la industria local importa la mayor parte del grano que tuesta.
Solo para 2017 República Dominicana, que ve impactada su producción por el hongo de la roya, importó US$38.3 millones en café de países como Honduras, Vietnam, Perú, Colombia y Brasil, mientras que solo exportó US$9.5 millones a destinos como Puerto Rico, Estados Unidos, Italia, Japón y Alemania, según las estadísticas de la Dirección General de Aduanas.
“Teníamos unas 5,500 tareas sembradas de café, pero con el impacto de la roya bajamos a alrededor de 3,500 tareas en unos cinco años más o menos”, lamenta Eddy Ramírez, gerente de Monte Alto, nieto de Belarminio Ramírez, el hombre que en la década de 1940 inició en Jarabacoa una empresa enfocada en el cultivo y comercialización del producto.
“Nuestra marca de café tostado nace en 2002 porque somos exportadores desde los años 80 y (la creamos) debido a que exportábamos mucho café y quedaba mucho de una calidad media que no podía ser exportado en ese momento y se vendía muy barato en el mercado local”, afirma Eddy.
Explica, que para aprovechar el grano que dejaban de exportar, surgió la iniciativa de crear la marca Monte Alto y, “además para ofertar al consumidor dominicano un café orgánico certificado que en ese momento no había en el mercado”.
“Hasta el momento hemos trabajado con café cien por ciento de origen dominicano, dándole valor agregado al producto y al productor dominicano y ofertando, en la mayoría de los casos, un producto de mucho mayor calidad”, dice.
La empresa se maneja con alrededor de 40 empleados a los que se suman unos 200 en las fincas cafetaleras. Además, compra el grano a unos 200 productores de Jarabacoa y para algunos clientes del exterior que demandan café de Polo Barahona, en una alianza con la familia Melo que produce la marca Café Familiar.
“Si importas café puedes traerlo a un precio de un 30%, 40% o 50% más barato que el café dominicano”, afirma Eddy, para explicar el por qué los productos que oferta la marca tienen un costo más elevado.
Monte Alto oferta varias marcas en el mercado y, además, suple el grano a otras que se comercializan a través de Amazon o en eBay, como Kimera Koffee, un producto al que se agregan energizantes y que se enfoca en atletas de alto rendimiento.
Sabor por la web
El café de origen dominicano también se puede comprar online a través de Gente de la Isla, una tienda que procesa el producto y lo entrega a domicilio dentro del Distrito Nacional. “Además de la tienda virtual, estamos colocados en los supermercados Nacional, Jumbo, La Cadena, Bravo y en otros puntos como Orgánica, Carne y Co., Supermercado Amigo, La Placita, Café 401, el Marché y Especias Market”, explica Carol de Camps, una de las creadoras de la iniciativa.
“Gente de la Isla surge del deseo de llevar un producto emblemático de República Dominicana al nivel de producto de especialidad capaz de representarnos en los foros internacionales más distinguidos. Somos tostadores y catadores de café, pero más que nada, apasionados de obtener los mejores granos dominicanos y tostarlos de la manera adecuada para resaltar sus cualidades”, afirma De Camps.
“Nuestro café está recién tostado y seleccionado con cuidado. Se trata de un café de especialidad. Utilizamos café catado y escogido por sus características de sabor y aroma. Trabajamos directamente con los caficultores. En la actualidad, contamos con tres cafés de origen único: de Manabao, Juncalito y Rancho Arriba”.
Gente de la Isla cuenta en estos momentos con un equipo de 16 personas y vende su producto en más de 100 puntos del país. Su dirección se muestra optimista, aunque entiende que las pequeñas empresas deben superar dificultades como el cobro del anticipo y el prolongado tiempo de cobro. “A veces vemos los créditos excedidos por más de 120 días y esto tiene un impacto muy negativo en nuestro flujo de caja”, dice.
“El nombre nace de la idea de que la Gente de la Isla es muy diversa: Los capitaleños con una vida agitada y los campesinos que deben esperar el fruto de sus siembras, la gente que se broncea en la playa y los que no salen de una oficina, todas esas personas son Gente de la Isla”, sostiene. “Hemos querido elaborar productos que entren en el día a día de la pluralidad de estilos de vida de los isleños”, añade.
También Faustino Sánchez Navarro, en Hato Mayor, está tostando sus sueños en Café del Rey. Explica que compra el grano en su provincia, en Polo y en Jarabacoa. “Empezamos hace cinco años, más o menos, tostando en caldero y hemos estado avanzando”, cuenta. “Ahora mismo tenemos como seis empleados. Tostamos unas 100 libras cada tres días, según los pedidos”.
Faustino tiene 39 años y se ve como un “emprendedor” padre de tres niños. “Buscar empleo aquí es un problema. Mi padre, Eulogio Sánchez, compraba café, lo secaba y lo vendía. Yo me fui a Santo Domingo donde trabajé en casa de familia y luego en una pastelería hasta que me recordé que papi hacía eso (comprar y vender café) y me dediqué al negocio”.
Vigilar la calidad
Para Eddy Ramírez, la fortaleza de las marcas pequeñas será en concentrarse en mantener la calidad de sus procesos de producción, secado y tostado del grano. “Muchas veces salen al mercado productos que no cumplen los estándares de calidad y por eso no logran mantenerse. El Estado debe ayudar a los pequeños y medianos productores a mantener el control de calidad”, dice.
Explica que muchas veces el Gobierno apoya proyectos para que pequeños cafetaleros puedan comenzar a tostar, “pero no les dan ayuda para tener varios equipos que puedan controlar la calidad y, manteniéndose pequeños, cambian mucho el sabor del producto”.
Observa además que los proyectos ambiciosos también pueden confrontar problemas, como los que tuvo en una primera etapa Mamá Inés. “Ese proyecto se inicia y se desarrolla con Ricardín Hernández, con Recafé, y llegó a adquirir un porcentaje significativo del mercado, pero por situaciones económicas, el proyecto quebró y de ahí lo compra lo que es Nené Ureña y su hijo José Antonio Ureña. Actualmente esa marca está en mano de José Antonio Ureña, Región Montano, se llama”.
“Ellos han retomado el proyecto, pero ya con un concepto mucho más pequeño, comenzando en algunos supermercados, pero no con una promoción para introducirlo a nivel nacional”, dice.
El estudio “Mercado interno del café en la República Dominicana”, publicado por el Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (Idiaf) en 2007, señala que Induban dominaba entonces el 96% de la distribución de la oferta local, “teniendo a su vez la mayor incidencia en la cadena de valor del café, en tanto es la principal empresa en el manejo de la producción nacional, tanto para el mercado local como para los mercados internacionales”.
Indica que Urecaf, de Recafé, “que desapareció después de que sus productos tuvieran una importante aceptación en el mercado”, llegó a superar una franja del 9% del mercado interno de café tostado y molido, con las marcas Montaña Verde, Mamá Inés, Café del Norte y Café Santiago.
El estudio también destacaba la presencia en el mercado de José Paiewonsky e Hijos, ubicada en Santiago, que ofertaba las marcas de café (Puro y Monte Real) convencional y orgánico, “logrando una buena imagen en el mercado”. El Idiaf resaltaba que diversas mediciones establecen que el 78.5% de los hogares dominicanos cuelan café a diario, un 8% no lo hacía todos los días y el 14.5% restante nunca.
Un producto familiar para la región Sur
“Nuestra empresa es tradicional en la región Enriquillo; su fundador, Américo Melo Andujar, inició sus operaciones en la década de los 60 comprando café para exportación”, afirma Miguel Melo, de Café Familiar y Café Melo, que además de la región Sur se ofertan en algunos supermercados pequeños del Gran Santo Domingo.
“Posteriormente, en la década de los 80 decide implementar un marca local, con el café tostado y molido Familiar. En la primera década del siglo XXI se introduce al mercado el café molido y tostado Orgánico Melo, como iniciativa de Miguel Melo Beltré, hijo del fundador y productor de café orgánico en la zona de Barahona”, añade Miguel. La empresa cuenta ahora con 18 empleados fijos.
“Somos los segundos compradores más importantes de la región después de Industrias Banilejas”, indica Melo, quien aboga porque el Gobierno desarrolle políticas para fomentar el cultivo del café en los campos dominicanos y combatir males como la roya.
República Dominicana cuenta con alrededor de 1.6 millones de tareas sembradas de café, según el Consejo Dominicano del Café (Codocafé).