El hasta ahora alcalde-gobernador de Hamburgo, Olaf Scholz, considerado un socialdemócrata pragmático, asumirá previsiblemente la cartera de Finanzas alemana y, según el acuerdo de coalición, será el encargado de darle un giro a la política fiscal alemana.
La lista de ministros todavía no es oficial pero el nombre de Scholz parece no estar en discusión, con lo que el político dará un nuevo paso en su carrera. Al ministerio, según las quinielas que circulan, agregará el cargo de vicecanciller, con lo que sería el segundo de a bordo en la nueva gran coalición de Angela Merkel.
Scholz, nacido en Osnabrück (norte de Alemania) en 1959, saltó al primer plano de la política durante la era del último canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder.
Pese a que su imagen sufrió con los graves disturbios registrados en las calles de Hamburgo durante la cumbre del G20, su carrera ha sido de constante ascenso.
Entre 2002 y 2004, cuando Schröder no sólo era canciller sino también presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Scholz fue secretario general de la formación política y, como tal, fue un defensor radical del paquete de reformas conocidas como la Agenda 2010.
La iniciativa de Schröder implicaba recortes sociales y llevó a una escisión dentro del SPD y al surgimiento del partido La Izquierda, en el que los disidentes socialdemócratas se unieron a los postcomunitas.
Siendo secretario general, Scholz declaró que las diferencias que tenía el SPD con La Izquierda eran más grandes que las que tenia con cualquier otro partido. En esos momentos todavía no existía la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
En todo caso, su apoyo a la Agenda 2010 y su rechazo a posibles coaliciones con La Izquierda han hecho que a Scholz se le sitúe habitualmente dentro del ala más conservadora del SPD, e incluso se le suele aplicar el adjetivo de “schröderiano”.
Su carácter pragmático volvió a ponerse de relieve durante su gestión como ministro de Trabajo de la primera gran coalición de Merkel, cuando fue responsable de la ley que establecía un aumentó paulatino de la edad de jubilación hasta los 67 años.
Su pasado y su gestión en la cartera de Trabajo hacen que su nombre sea casi una provocación para el ala izquierda del SPD.
Sin embargo, también hay otra cara del pragmatismo de Scholz que se ha hecho evidente tanto en su gestión como alcalde de Hamburgo como en su etapa como titular de Trabajo, y es su disposición a recurrir al gasto en momentos en que lo considera necesario, sin pensar demasiado en la financiación.
Como ministro impulsó la ley que reglamentaba la jornada reducida subvencionada, uno de los instrumentos claves con los que la primera gran coalición evitó que el paro se disparara en Alemania durante la crisis económica y financiera internacional.
“Scholz estaba dispuesto a gastar dinero cuando lo consideraba políticamente necesario”, explicaba un analista del periódico económico “Handelsblatt”, Chistoph Kapalschinski, en un artículo titulado “La financiación se arregla después”.
El manejo que hizo la primera coalición de la crisis financiera y económica, cuando el Ministerio de Finanzas también estaba en manos de un socialdemócrata -Peer Steinbruck-, parecía guiarse también por ese lema: las cuentas se arreglan después.
Es cierto que también se fijo, con el llamado freno a la deuda, el modo de arreglar esa financiación -y de hecho se consiguió, como muestran los superávits de los presupuestos alemanes-.
Ahora, el acuerdo para reeditar la gran coalición no sólo pone la cartera de Finanzas en manos de los socialdemócratas sino que da prioridad a las inversiones, dentro de Alemania, y también al impulso de un nuevo auge de Europa, para el que se dice expresamente que Alemania está dispuesta a aportar más dinero al presupuesto comunitario.
La política de estabilidad fiscal deberá mantenerse, según el acuerdo, pero el acento parece ser otro.
Sin embargo, habrá que esperar las medidas concretas para ver si, después de que en las últimas dos legislaturas el titular de Finanzas, Wolfgang Schäuble, fuera visto como el zar de la austeridad, Scholz se convierte en el zar el gasto público.