En el 1930 el profesor Cramer escribió que el objeto de la teoría del riesgo consistía en proveer un análisis matemático de las fluctuaciones aleatorias de una empresa de seguros, así como plantear los mecanismos para protegerse contra las probabilidades de pérdidas originadas por estas fluctuaciones.
Sin embargo, en los países en desarrollo, las aplicaciones de esta teoría no han sido tan extensas como sería deseable. Una de las razones es que la teoría no dice exactamente cuánto hay que pagar o provisionar para evitar con precisión las pérdidas en función del tiempo. Como estas fluctuaciones no necesariamente están cuantificadas en las provisiones contables de la banca, las empresas o las pólizas de seguros, existe un potencial de pérdidas suplementarias a ser estimadas según la teoría del riesgo.
La teoría del riesgo fue desarrollada originalmente por la escuela escandinava y, más recientemente, con las investigaciones de la teoría del juego, provén una base matemática y del cálculo de probabilidades para evitar o mitigar pérdidas en exceso de las provisiones contables. El objetivo básico consiste en lograr una elevada probabilidad de evitar la ruina de la entidad bancaria, comercial o de seguros por pérdidas no predecibles, o sea, evitar un estado de insolvencia.
El área de desarrollo de estas teorías en República Dominicana parece concentrarse en la banca comercial y las compañías de seguros, en dos categorías básicas: préstamos bancarios y tarjetas de crédito; estas últimas, de hecho, representan una categoría especial y recurrente de préstamos a corto plazo con “límites de contención de pérdidas” controlados marginalmente por los oficiales de riesgo de la banca comercial.
Un ejemplo clásico de “ruina” de entidades financieras se origina al no valorar riesgos elementales o por deseo de lucro excesivo: no se pueden pagar intereses con una tasa “pasiva” que exceda en función del tiempo las tasas “activas” del mercado, más los costos de gestión, más las utilidades retiradas por los accionistas. La famosa “pirámide” está basada en un flujo continuo de depositantes que, al reducirse o detenerse, provoca la quiebra. ¿Pasará esto con el bitcóin?