El nacimiento del patricio Juan Pablo Duarte se produjo el 26 de enero de 1813, justo en el momento en que el modelo económico, social, político y cultural implementado por España y sus gobernantes en la parte Este de la Isla de Santo Domingo entraba en su crisis más profunda, siendo responsables del gobierno colonial para entonces el coronel Manuel Caballero y Masot, como Gobernador Interino, y el licenciado José Núñez de Cáceres, como Teniente de Gobernador y Asesor.
Hacía año y medio había muerto de hidropesía el líder de la Guerra de la Reconquista, brigadier Juan Sánchez Ramírez, quien en el año 1809 había restaurado el dominio español a cambio de hipotecar las magras finanzas de la parte Este de Santo Domingo en función del apoyo militar recibido de la armada inglesa de Jamaica y el gobernador de Puerto Rico, Toribio Montes, al proceder a entregarles los principales árboles maderables y los exiguos recursos con que contaba el fisco.
De 119 mil 600 personas que había 1782 en la parte Este de Santo Domingo, la población descendió, de acuerdo al Censo de Población de 1812, a 60 mil 012 personas, contando la capital con 20 mil 076 almas, Santiago con 13 mil 095 personas, La Vega con 11 mil 987 almas, Azua con 6 mil 399 personas y El Seybo con 8 mil 455 almas. Esos datos reflejan la gran despoblación que había sufrido el país como consecuencia de las constantes emigraciones motivadas por las guerras continuas en que se vio envuelta la colonia española de Santo Domingo.
La disminución de la población se reflejó en una desaceleración profunda de la economía colonial, con efectos directos en una disminución drástica de la agricultura, que era fundamentalmente conuquera de auto subsistencia, con la sola excepción del Cibao, que tenía al tabaco como el principal producto de exportación. En las regiones Sur y Este el minifundio era predominante, teniendo únicamente como productos de exportación a la madera preciosa y al ganado que descansaba en las manos de los terratenientes.
La circulación monetaria en el seno de la economía colonial era muy escasa, la cual además de dificultar las transacciones mercantiles, obstaculizaba el proceso de desarrollo del mercantilismo y el comercio en general, creando serios problemas de consumo en la población y en las erogaciones de la burocracia colonial. El situado que llegaba desde varias colonias de América era de 100 mil pesos en 1811 y se había reducido a 50 mil en 1817, es decir, a la mitad. Esta era una de la de las principales fuentes de ingreso del Estado colonial junto a los gravámenes impositivos al tabaco, a las maderas preciosas y al ganado.
Una vía que escogieron los gobiernos coloniales de Juan Sánchez Ramírez, Manuel Caballero y Masot, Carlos Urrutia, Sebastián Kindelán y Pascual Real I, fue el pretender solucionar el problema de la circulación monetaria y la crisis financiera con las emisiones constantes de papel moneda. Esto a la larga produciría funestos resultados, al desacreditarse y al no quererlo los diferentes propietarios y comerciantes. Carlos Urrutia se planteó cambiar el papel moneda por monedas metálicas de cobre, pero estas fueron insuficientes, viéndose el Estado compelido a emitir bonos de crédito que nunca pudo indemnizar con dinero en efectivo por las grandes precariedades con que se manejaba.
Así el comercio de Santo Domingo y el Cibao se vieron seriamente afectados, desembocando esta situación en una crisis estructural de la economía colonial, en los años previos al golpe de Estado que encabezaría el 1 de diciembre de 1821 José Núñez de Cáceres para constituir el Estado Independiente de Haití Español, que el 9 de febrero de 1822 devendría en la ocupación haitiana por veintidós años y el 27 de febrero de 1844 en la Independencia Nacional, que lideraría el patricio Juan Pablo Duarte y varios de sus discípulos.