Como lo anunciaron en diciembre, las autoridades reforzaron la seguridad en siete rutas de aeropuertos como parte del plan “Pascuas Seguras” ejecutado con motivo de las festividades de Navidad y Año Nuevo.
Una medida aplaudible de la Comisión Militar y Policial (Comipol), del Ministerio de Obras Públicas, si consideramos que el número de pasajeros aumenta a fin de año y que antes se denunciaban casos de asaltos a personas que retornaban desde el exterior. Las rutas que vieron reforzada su seguridad fueron las de los aeropuertos Las Américas, Cibao, Puerto Plata, Punta Cana, La Romana, La Isabela y Barahona.
Todo muy bien. Pero queremos hacer una pregunta en relación al Aeropuerto Internacional de Las Américas (AILA): ¿Cuál es el nivel de seguridad que pueden garantizar las autoridades en un entorno en el que muchos conductores se aparcan en forma irregular en la avenida de acceso a la terminal?
Basta ir cualquier día para notar que decenas de conductores, sobre todo los que esperan viajeros y quizá para evitar el pago del estacionamiento del AILA, improvisan parqueos a todo lo largo del tramo conocido como “Ruta 66”.
Erradicar esta práctica no se limita solo a evitar que un delincuente avezado en el mundo del asalto se detenga en esta vía para acechar a una potencial víctima. No. Cuidar ese tramo también tiene que ver con los niveles de control que deben garantizar el Cuerpo Especializado en Seguridad Aeroportuaria y de la Aviación Civil (Cesac) y todos los cuerpos de inteligencia del Estado para proteger nuestra aviación en un mundo bajo los ataques del terrorismo. La mejor cura se aplica en salud.