Como ciudadano dominicano, consciente de sus responsabilidades ante la sociedad, me siento estafado. Ejemplo: Si usted va a una tienda, del tipo que fuere, y paga por un bien o servicio, pero resulta que luego de algún tiempo no satisfizo sus expectativas, ya sea porque falló o resultó ser todo lo contrario a lo que le prometieron, usted tiene derecho a reclamar por su insatisfacción.
Es lo mismo que la relación mía con el Estado. Yo pago impuestos. Nadie está exento de pagarlos, pues el Estado dispone de todas las vías necesarias para gravar cualquier actividad ciudadana. El sólo hecho de cumplir mis obligaciones tributarias debería ser una garantía de recibir a cambio.
Para eso pagamos impuestos.Pagamos marbetes, pero nuestras calles están hecha un desastre. Donde quiera abundan los hoyos, falta de señalización y oscuridad. Tenemos policías mal pagados que hacen lo que pueden para darnos un mínimo de seguridad. ¿Cuántos dominicanos se sienten totalmente seguros al caminar por nuestras calles?
De los impuestos que pagamos entregamos 4% del PIB para el sistema educativo, pero resulta que ese dinero en nada ha contribuido con mejorar la calidad de la educación. Hasta ahora sólo hemos construido escuelas, descuidando el contenido. ¿Qué funcionario de media categoría en adelante tiene sus hijos en una escuela pública?
Se supone que el sistema de salud debería ser igual para todos. Sólo basta con averiguar dónde se atienen los que hacen nuestras leyes. Ellos conocen lo que es un seguro internacional. Ni siquiera el Sistema Dominicano de Seguridad Social, que aprobaron hace 16 años, les da la confianza necesaria para tratarse.
Pago impuestos para tener una justicia equitativa. La excusa, a decir del discurso del máximo representante del Poder Judicial, es la falta de recursos como si el presupuesto fuera necesario para saber quién es culpable o inocente. En fin, creo que el Estado me estafa. Pago por bienes y servicios que no recibo.