No podemos alcanzar nuestros logros a costa de aumentar nuestros problemas ambientales, ni recorrer un camino sin ver los paisajes de ambos lados y la huella que vamos dejando. Necesitamos utilizar medidas que evalúen la conservación de la naturaleza en nuestro andar, midiendo los avances de bienestar y educación de los grupos que involucramos en nuestros procesos, siempre con el objetivo de no agotar nuestros recursos naturales, pensando en las generaciones venideras.
La competitividad empresarial es un beneficio derivado de la sostenibilidad. Las empresas desarrollan un conjunto de principios que hacen que su sistema sea perdurable en el tiempo, ambientalmente sano, socialmente justo, económicamente viable y éticamente responsable, cubriendo todas las necesidades diarias con sentido de responsabilidad. Simplemente actuando hoy pensando en el futuro de todos.
Con la visión de la sostenibilidad se crean nuevas formas de hacer negocios, se mejoran los procesos productivos, se reducen los riesgos en el desarrollo y disposición final de los productos, generando confianza, seguridad y fidelidad de los clientes.
En este proceso entra en juego una responsabilidad individual y colectiva del uso racional de los recursos naturales, de elegir un modo de vida con equidad, integración social y uso compartido de espacios públicos, uso racional de los recursos económicos teniendo en cuenta el uso de capital natural.
El desarrollo sostenible necesita una comunicación estrecha con los grupos de intereses para asegurar un replanteamiento de nuevas formas de vivir y trabajar con una cultura que utilice cada vez más energías renovables, productos reciclables, consumo responsable y economía baja en carbono.
Sabemos que muchos de los recursos que estamos malgastando no son renovables, pero no dejamos de consumirlos; sabemos que la diversidad es nuestra mayor riqueza y nos dejamos dócilmente estandarizar; sabemos que estar unidos por valores ético es nuestra mayor fuerza y dejamos que debiliten los pilares sobre los que asentamos nuestras conductas y dejamos que nos impongan el sentido de la urgencia. Necesitamos un cambio de actitud y de comportamiento que nos permita ver el mundo que anhelamos.
No podemos quedarnos en remediar los daños que hacemos al medio ambiente, debemos buscar la forma de evitarlos y cada día prolongar más la buena relación entre lo económico social y lo ambiental.