Siempre he tenido el convencimiento de que la dificultad de las personas más pobres para ahorrar, crear un fondo de contingencia o “clavo” económico no se debe solo a los bajos ingresos que perciben, sino a que no expresan respeto por el dinero.
Debe ser porque al no tener fortuna no se siente la necesidad de ser tan apegado al poco dinero que le ingresa y, más que afortunado, se hace un desafortunado. Sin embargo, esa no debe ser la actitud cuando se trata de dinero.
Muchas veces hago referencia a una conversación que sostuve con uno de los empresarios más prósperos del país, aunque no el que más, quien escuchaba a uno de sus ejecutivos decir que los empresarios son tacaños. El empresario interrumpió para aclarar que los empresarios no son tacaños, sino “respetuosos del dinero”.
Y creo que tiene razón, no solo porque los más ricos sienten más respeto por el dinero, sino también porque los pobres, en cambio, no sienten respeto por el dinero, en el entendido de que lo que tienen es poco.
Por eso vemos constantemente a trabajadores que para completar la quincena toman un préstamo de 1,000 pesos a un prestamista que le cobra un 20% de interés mensual. Cada quincena ese pobre obrero tiene que pagar un rédito equivalente a 100 pesos, pero él no lo considera mucho. Se auto compadece con la expresión: “Cien pesos no es nada”.
Pero resulta que esos 100 pesos cada quincena representan un 240% de interés anual, lo cual es una extraordinaria exageración. Nada más hay que ver que ningún banco comercial cobra tanto interés por un préstamo. Es más, ni siquiera las tarjetas de crédito, cuyo interés máximo es de 60% anual, es decir, apenas una cuarta parte de lo que cobra el prestamista.
Ese elevado nivel de rentabilidad en forma de interés solo es posible cobrarlo entre los pobres y sólo es posible que un pobre, que no se da cuenta de que es necesario respetar el dinero, se atreve a pagarlo amparándose más en el apuro del momento que en la planificación previa para hacer que lo poco que reciben de salario alcance, aunque con sacrificios, para completar la quincena y próximo día de pago.
Eso también pasa con el redondeo. Los más pobres tienden a redondear los montos que negocian y se olvidan de que a mayor escala el redondeo representa un alto costo.
Recuerdo que en una ocasión un colega periodista trabajaba en una institución del Estado donde se estaban redactando y negociando unos contratos de inversión del sector privado en algunas empresas del Estado. Mi colega me dijo: “Esteban ahora que estoy viviendo esta experiencia he aprendido un poco cómo piensan los ricos y porqué mantienen cada vez más en crecimiento sus fortunas”.
Él se refería a que en cada contrato que se estaba negociando se establecían de manera específica los más mínimos montos, centavo por centavo, sin dejar de lado ningún elemento. Al final, si hubiera sido un contrato entre pobres, nadie tomaría en cuenta los centavos, pero al ser un contrato entre empresarios ricos, cada centavo era considerado de forma específica en la negociación contractual. ¿Eso es ser tacaño? No. Eso es tener respeto por el dinero.
Algo que deben aprender todas las personas, independientemente de su nivel social. Negocios son negocios, dinero es dinero, amor y afecto no deben alejarnos del conocimiento en torno a lo que estamos haciendo.
Un centavo diario equivale a RD$3.65 al año. Al cabo de 10 años son RD$36.50. Ahora multiplique ese centavo por muchos centavos en un proceso de producción. Por ejemplo, que usted produzca naranjas y que en cada naranja pierda un centavo diario, pero su producción es 100,000 naranjas al día. Entonces, su pérdida es de 1,000 pesos diarios, que al cabo de un mes equivalen a 30,000 pesos, los cuales alcanzan para pagar el salario mínimo de tres empleados.
Esos 30,000 pesos mensuales se convierten en 360,000 pesos en un año y en 3 millones 600 mil pesos al cabo de una década. Por eso hay que ser respetuoso del dinero.