Un grupo de hombres y mujeres de la provincia Sánchez Ramírez llevan varias semanas amarrados porque piden ser reubicados o compensandos por los supuestos efectos de las operaciones minera en Pueblo Viejo. Tienen razón estos ciudadanos dominicanos. Su método de protesta es civilizado.
Con esta forma pacífica de hacerse sentir, de hablarle al mundo, es que deberíamos estar de acuerdo todos. ¿Pero qué sucede? Llevan muchos días así y, al parecer, no le hacen caso. La empresa, el Gobierno y todo el que pueda hacer algo, deberían ir a hablar con estos buenos dominicanos.
Es bueno que le hagan caso ahora. Ni el país, pero menos la empresa, a la que se le reconocen importantes aportes a la provincia y a esa región, le convendría un escándalo en el que se vean afectados todos, sin destinción.
Este método de protesta, algunas veces haciendo ayunas y otras dormidos o encadenados, es un extremo al que se le debe poner atención.