Los fundamentos de la teoría económica son claros y precisos, sobre todo en materia monetaria. Por ejemplo, si hay mucho dinero en circulación es casi seguro que los precios de los bienes y servicios de la economía experimenten alzas. Por igual, mucho dinero en las bóvedas de los intermediarios financieros, hará que las tasas de interés desciendan, lo que tendrá efectos positivos en términos del crecimiento esperado de la economía. Es decir, que no hay muchos misterios en los fundamentos de la economía, aun cuando estos sean explicados con inextricables modelos econométricos.
La anterior reflexión es válida para el caso de los instrumentos que se utilizan en los mercados financieros, los cuales están sustentados no solo en lo que establece el sistema de pagos, sino también en la política monetaria que diseña e implementa el Banco Central, en los objetivos ulteriores que se persiguen, y en la dinámica de la propia economía. Esto implica que la creatividad en términos de creación de instrumentos financieros para resolver problemas específicos, vinculados al financiamiento de una determinada economía, tiene sus límites y restricciones, aun cuando esto se haga en criptomoneda, para poner un ejemplo de las tendencias actuales de aparición de monedas virtuales.
Esta antesala teórica tiene su explicación en la medida que anunció este pasado domingo el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de que creará una criptomoneda, llamada en principio el “Petro”, lindo nombre para definir lo que podría ser una futura locura monetaria. El argumento del presidente Maduro es que con esta medida se busca “avanzar en materia de soberanía monetaria, para hacer transacciones financieras y para vencer el bloqueo económico”. Por demás, dice Maduro que el Petro estará respaldado por las “reservas de riqueza venezolana de oro, petróleo, gas y diamante”.
Es obvio que Maduro está errando en el tiro, y que está buscando la solución de una crisis económica compleja en una aventura que puede profundizar esta crisis. La devaluación sistemática de la moneda venezolana, los altos niveles de inflación de los últimos años, y la recesión económica que vive esa nación sudamericana, no constituye el mejor cuadro para inventar con la utilización de una cripomoneda que no está en el esquema de los bancos centrales latinoamericanos, ni en la regulación de ningún sistema financiero. Pero quizás esto era lo que faltaba para que la crisis económica venezolana se torne inmanejable, entonces venga lo que todo el mundo está esperando, la vuelta a la democracia vía un proceso eleccionario y, con ello, el retorno a la prosperidad.