La visita de una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) a República Dominicana siempre genera una dosis de incertidumbre. Esta vez, sin embargo, lo que debería provocar es un estado de tranquilidad y certidumbre en grado superlativo. ¿Por qué? Oh, fácil, porque todos los indicadores macroeconómicos están tranquilos, controlados y obedientes a la política monetaria del Banco Central.
Lo único preocupante, desde mi punto de vista, es el altísimo stock de certificados, pues en estos momentos supera los RD$475,000 millones. Es una cifra respetable, aunque en estos momentos su costo es relativamente bajo. Algún día, por supuesto, habrá de eliminar esta cola que se generó durante la crisis financiera de 2003 y que las autoridades monetarias, responsablemente, han tomado las medidas de lugar para garantizar lo que todo el mundo desea en una economía: estabilidad. Todo lo demás es cuento.
La meta de inflación se cumple al pie de la letra. Incluso, si nos ponemos a pensarlo bien, estaría por debajo. Es más certidumbre de lo que podríamos desear.
Otra noticia buena es que en enero-agosto de 2017 el PIB registró un crecimiento de 4%, con una inflación acumulada a septiembre de 2.42%. Este año, según las proyecciones, cerraría con un crecimiento cercano al potencial de la economía, es decir, de 5%, con una inflación por debajo de la meta central de 4% +/- 1 por ciento.
Los resultados, habrá de reconocerlo al cierre de año, se deben a que las autoridades monetarias han tomado las medidas correctas, en el momento correcto. Ante el rezago de la economía en abril-junio, la Junta Monetaria aprobó la disminución del coeficiente de encaje legal en 2.2 puntos porcentuales, equivalente a más o menos RD$20,400 millones, para ser destinados al sector productivo a través de las entidades de intermediación financiera. Esta medida ha tenido un efecto multiplicador en los préstamos al sector privado en moneda nacional. El FMI recibirá buenas noticias.