El seguro es una actividad antigua y global del hombre, encontrada muy bien detallada en el famoso Código de Hammurabi, de 1728 A.C., en Babilonia. Ha venido desarrollándose y ampliándose para todo lo que puede constituir pérdidas de bienes, recursos por parte de personas, familias y actividades económicas.
Desde sus inicios, como establece el Código Hammurabi, se creó más bien como un ahorro entre grupos de comerciantes para indemnizar las pérdidas de algún integrante, producto de un accidente, como el robo de mercancía o animal de transporte; derrumbadero por algún desnivel del terreno o condición inesperada e incontrolable. Su objetivo era que el integrante de la sociedad pudiera continuar operando de manera regular.
También tenemos el “Préstamo a la gruesa aventura”, de donde vienen hoy todas las leyes sobre el transporte marítimo. Este consistía en que el prestamista de un mercader no cobraba la deuda si el buque se hundía. Muy parecido a cómo nació en el bar del Lloyd de Londres, donde se apostaba a que el buque no llegaba a puerto seguro. Los que llegaban sin contratiempo pagaban las apuestas, los que perdían sus cargas recibían el pago de las apuestas.
Con el tiempo los seguros se han convertido en una actividad comercial financiera y hasta especulativa o de tesorería. Sin embargo, no han dejado de ser socialmente conveniente, debido a que es mucho el esfuerzo de una o más personas el de levantar proyectos, que pueden ser borrados o destruidos por cualquier acción del hombre o de la naturaleza, produciendo además de la pérdida de los valores y esfuerzo invertido.
Por supuesto, con el seguro, son indemnizados para volver a restituir las pérdidas y las operaciones en tiempo conveniente para minimizar los inconvenientes.
Recuerde que usted paga una prima muy pequeña en relación al monto de los bienes asegurados o límites de las coberturas, para evitar irse a la quiebra por pérdidas que usted no controla como decíamos en otro artículo anterior. Este monto de ningún modo le afectará su desarrollo comercial, pero una pérdida importante o total lo ponen en la quiebra, lo que le ha costado tanto tiempo y dinero hacer, pero también perderán sus empleos todos sus trabajadores y los consumidores dejarán de tener sus productos o servicios. Y es aquí donde el seguro cumple esa función social tan importante como es el pago de los bienes perdidos para que la empresa o persona vuelva a activar sus transacciones.
A pesar de todos estos beneficios, son muchas las grandes inversiones que no cuentan con la protección de los seguros, lo que para nosotros constituye una verdadera irresponsabilidad cuando estamos conscientes de los inconvenientes que produciríamos no solo a nuestro patrimonio, también al patrimonio social del país. Es un asunto de sentido común.