Vamos a ver. En el Proyecto de Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos del próximo año 2018 el Gobierno ha estimado ingresos por el orden de los RD$602,887 millones, eso es alrededor de RS$64,000 millones más que lo estimado en ingresos para este año.
En tanto que su estimación de gastos para el próximo año es de RD$689,886.2 millones. Eso indica que si el Gobierno logra los ingresos que ha estimado, su déficit para 2018 sería de RD$86,999.1 millones. ¿Cómo se cubre el déficit? Se puede reducir la estimación de gastos para que el déficit sea menor. También se puede aumentar la estimación de ingresos para que el déficit sea menor. Y, por último, se puede hacer una combinación de ambas cosas (bajar gastos y aumentar ingresos) y el déficit sería mucho menor.
Sin embargo, esas dos opciones o la combinación de ambas no están en la programación del presupuesto. Más bien, se ha buscado la alternativa más recurrida en los últimos años: cubrir el déficit con endeudamiento. Pero como se ha hecho costumbre cubrir el déficit con deuda, se da el caso de que la deuda va creciendo y también se van venciendo los plazos de pago.
Esa es la razón por la que, además de buscar prestado para cubrir el déficit operativo (diferencia entre ingresos y gastos), el Gobierno debe buscar prestado también para pagar los vencimientos de deuda que se presentan cada año.
Para 2018, los vencimientos de deudas ascenderán a alrededor de RD$126,676.1 millones. Es decir, el Gobierno deberá tomar esa cantidad de dinero prestado, además de los RD$86,999.1 millones para cubrir el déficit fiscal operativo. Esto es: RD$213,678.2 millones.
Al sumar ese monto de compromisos de deuda con la estimación de ingresos, se llega a la cantidad de RD$816,562.3 millones. Ese es el monto total del presupuesto del próximo año.
Pero como dijimos al principio, el Gobierno ha hecho una estimación de ingresos bastante optimista (RD$602,887 millones) una cantidad elevada, si se toma en cuenta que no hay previsión de nuevos impuestos ni de reforma fiscal que implique aumentos extraordinarios en los ingresos.
Aunque es posible que el Gobierno tenga previsto eliminar algunas exenciones fiscales y hacer algunos ajustes administrativos que, combinados con una mayor eficiencia recaudadora y de lucha contra la evasión, pudieran implicar aumentos considerables en las recaudaciones fiscales.
Esos aumentos considerables serían para alcanzar la meta de ingresos establecida en el proyecto de presupuesto, lo cual, de lograrse, sería mucho.
Pero se puede dar el caso de que el Gobierno, aun con todas esas medidas de eficiencia, no alcance la meta de recaudación que se ha trazado. En ese caso, entonces sus ingresos estarían por debajo de lo estimado y eso implicaría un aumento automático en el déficit.
Por ejemplo, para este año 2017 el Gobierno ha estimado ingresos por un poquito más de RD$539,000 millones. Veremos al final de este año si ese monto se alcanzó en las recaudaciones. Si no es así, la diferencia entre los recaudado y lo estimado, será una proporción a sumarle al déficit estimado de este año.
Es bueno considerar las diferencias entre las variaciones relativas o porcentuales y las absolutas en cuanto a ingresos y gastos. Por ejemplo, este año el déficit estimado por el Gobierno es de poquito más de RD$84,000 millones, equivalente a un 2.3% del producto interno bruto (PIB). Para el próximo año el Gobierno estima bajar el déficit a 2.2% del PIB. Esa es una reducción relativa, pero en términos absolutos, sería un aumento, porque llegará a RD$86,999.1 millones.
Lo mismo ocurre con la contratación de deuda. Este año se ha presupuestado contratar deuda por un poquito más de RD$171,000 millones. En tanto que para 2018 la contratación de deuda será de por lo menos RD$213,678.2 millones. Eso es prácticamente un 25% de aumento.
La práctica de cubrir déficit con deuda no es del todo negativa. Pero sí es de tomar en cuenta cuando esa práctica se torna permanente y más aún, cuando va en aumento cada año, pues se corre el riesgo de que llegue un momento en que se torne insostenible, algo que nadie desea, incluso, suponemos que ni el Gobierno lo desea.