Recientemente la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en su publicación “Perspectivas de empleo 2017”, realizó un estudio sobre las amenazas que supone la automatización, la inteligencia artificial y los robots sobre los puestos de trabajo. En dicha publicación se destaca el hecho de que los puestos de trabajo con mayor posibilidad de ser sustituidos por la tecnología serán aquellos caracterizados por actividades sencillas y repetitivas que no demanden una mayor cualificación. Al tiempo de llamar la atención a los países sobre el desafío que la era de la automatización conlleva sobre el empleo.
Las implicaciones de este pronóstico nos llenaron de mucha preocupación, dado el gran avance que en la región ha mostrado República Dominicana en el uso e implementación de la tecnología. De hecho, en la actualidad no es extraño encontrar en nuestro medio equipos automatizados realizando actividades que antes eran desempeñadas por personas. Frente a las implicaciones de carácter social y económico que presenta este panorama, nos preguntamos si como país estamos preparados para dar respuesta a la realidad que supone este drástico cambio que está promoviendo la tecnología en el mercado laboral.
Probablemente la respuesta a nuestra preocupación encuentra mayor grado de certidumbre en la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, pues como un gran referente de políticas públicas, esta iniciativa ha abordado la problemática del empleo, así como también la necesidad de aprovechar de manera eficiente la tecnología. Esta guía de políticas públicas, al referirse al objetivo general del empleo, consideró necesario establecer líneas de acción tendentes a “consolidar el clima laboral para apoyar la generación de empleo decente”. Este accionar, a nuestro humilde entender se queda corto, pues hoy en día la amenaza de la inteligencia artificial supera los esfuerzos de esta acción; y más que considerar la preservación de empleos decentes o dignos, de lo que se trata es de llevar a ejecución las políticas públicas necesarias que mitiguen los efectos del desplazamiento de personal humano por los sistemas artificiales automatizados.
Las acciones previstas en la mencionada ley de estrategia nacional, nos muestran el camino a seguir para lograr la adecuación del personal desplazado, y la formación de nuevo personal ajustado a esta realidad. Para ello habrá que “fortalecer el sistema nacional de ciencias, tecnología e innovación, y así dar respuestas a las demandas económicas, sociales y culturales de la nación y propiciar la inserción en la sociedad y economía del conocimiento”. En efecto, la materialización y aprovechamiento de este sistema nacional de ciencias podría convertirse en la plataforma que permita promover la necesaria recualificación y formación de la gran masa de trabajadores que se verán desplazados producto de este fenómeno, al tiempo de crear las condiciones para formar nuevos trabajadores siguiendo esta nueva realidad.
Habida cuenta del contenido de estas estrategias, como país, nos corresponde hacer realidad estas líneas de acción, pues solo así podríamos hacer frente a la gran amenaza que supone la automatización sobre el empleo, en términos sociales y económicos. La suerte está echada. Como país debemos asumir el reto de enfrentar y lidiar con la realidad para equiparnos a este proceso, evitando así la pérdida en la competitividad y crecimiento económico hasta ahora logrado.