[dropcap]D[/dropcap]enominadas “parches” o “paquetazos” de impuestos, los dominicanos recibieron desde 2004 hasta 2012 el impacto de cinco reformas fiscales con las que el Estado aumentó el monto de algunos tributos y gravó nuevos artículos y servicios.
Pero, ¿cómo se comportó la economía dominicana en los años posteriores a las reformas fiscales? ¿Cómo se mantuvo el gasto del Estado? ¿Qué tanto aumentaron las recaudaciones? ¿Cómo evolucionó el endeudamiento de 2004 a 2016?
El Estado aprobó en 2004, 2005, 2006 y 2007 reformas tributarias mediante las leyes 288-04, 557-05, 495-06 y 173-07, con las cuales elevó los ingresos estimados de RD$107,926.9 millones a RD$219,401.7 millones, equivalente a un incremento de 103.2%, según la Dirección de Presupuesto (Digepres).
La reforma más reciente fue aprobada mediante la Ley 253-12, a finales de 2012, año para el cual los ingresos se estimaron en RD$346,788.6 millones. Para 2013 se proyectaban en RD$384,425.2 millones, lo que representaría un aumento de 10.8% respecto al ejercicio fiscal anterior.
Sin embargo, el impacto de éstas no fue solo en los ingresos del Estado. El crecimiento del producto interno bruto (PIB) aumentó un 1.3% en 2004, un 9.3% en 2005, un 10.7% en 2006, un 8.5% en 2007, un 5.3% en 2008 y un 4.1% en 2013, años en los cuales se aprobaron y se aplicaron reformas tributarias.
Los “parches tributarios”, aunque han contribuido al aumento de los ingresos públicos, se quedan cortos para cubrir los gastos proyectados por el Estado para esos años y los posteriores a las reformas.
Pocos resultados
Los déficit o superávit presupuestarios han estado presentes desde 2004 hasta 2013, pese al aumento de los ingresos. Según la Digepres en 2004, 2007 y 2008 el Estado gastó menos que sus ingresos.
Sin embargo, en 2005, 2012 y 2013 el presupuesto tuvo déficit. Mientras que en 2006, tanto los gastos como los ingresos fueron equitativos.
“Las reiteradas reformas tributarias que ha emprendido el país, incluida la que hizo este Gobierno (de Danilo Medina) en su comienzo (2012), no han resultado exitosas en lograr un nivel razonable de recaudaciones fiscales”, consideró el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Isidoro Santana.
“El país conserva una carga tributaria anormalmente baja (14% del PIB), el mismo nivel que tenía a la caída de Trujillo”, añadió Santana, al dictar una conferencia en Punta Cana. Agregó que, al examinar la trayectoria de la presión tributaria y fiscal del país, se visualiza que los aumentos de las tasas impositivas, que en los principales impuestos ya han llegado a niveles relativamente altos, no han resultado de mucha utilidad.
“Esto quiere decir que la mejoría de los ingresos tributarios tiene dos caminos paralelos: por una parte, la lucha contra la evasión y la elusión y, por otra, la adecuación de los regímenes de incentivo”, puntualizó.
Indicó que un posible pacto fiscal debería buscar garantizar la sostenibilidad financiera del Gobierno, simplificar el sistema tributario y una propuesta racional de incentivos, con una visión desarrollista.
El funcionario declaró que “está claro que República Dominicana tiene que resolver su problema fiscal”. “El país no puede endeudarse indefinidamente y en algún momento deberán generarse superávits fiscales para bajar la deuda”, añadió.
Endeudamiento y pacto
A pesar de las reformas que han elevado los ingresos, el endeudamiento del Estado dominicano mantiene desde 2007 una constante al alza, de acuerdo a la Dirección General de Crédito Público.
De US$6,585 millones que debía el país en 2007, el monto pasó a US$26,757.3 millones en 2016, equivalente a un aumento de US$20,172.3 millones, relativo a un 306.3%.
El economista Francisco Tavárez entiende que un posible pacto fiscal necesariamente tiene que contemplar una reforma tributaria de consenso y discusión social amplia, que considere la transición de un sistema fiscal basado en impuestos al consumo a uno que tenga como eje gravar la propiedad, la riqueza y los ingresos derivados del capital y los dividendos.
Además, que debe “reducir el gasto tributario, que son exenciones, créditos fiscales y reducciones impositivas que benefician a los sectores más pudientes del país: empresarios y rentistas (personas que viven de los rendimientos de su capital)”.
En materia del gasto, propone que debe hacerse un esfuerzo serio en su calidad y no invertir en cosas que no reporten o retornen al país lo invertido. “Fortalecer los mecanismos de fiscalización del gasto, penalizar la corrupción y hacer de la transparencia y la auditoría ciudadana del gasto, dos elementos de control, tanto de la corrupción como del desperdicio de recursos”, indica.
Explica que el endeudamiento irá racionalizándose en la medida que haya voluntad política en implementar estas medidas, tanto en materia de gasto como de ingreso.
Pacto fiscal
El ministro de Economía, Isidoro Santana, asegura que la negociación de un pacto fiscal será un proceso de dar y pedir. “No es posible solo pedir; nadie entrará de buenas ganas al proceso negociador si no se transmite a la ciudadanía la idea de un compromiso de eficiencia y racionalidad en la administración de los recursos”, sostiene.
Afirma que las mayores dificultades para lograr una negociación exitosa al respecto son dos: primero, que el Gobierno no cuenta con los consensos básicos; y segundo, que el sector empresarial arrastra una cultura de que toda política de incentivos debe estar basada en el no pago de impuestos.
Santana entiende que de alguna manera habrá que comenzar a desmontar una infinidad de instituciones que fueron creadas para otra época y perdieron su razón de ser con las reformas posteriores.