[dropcap]U[/dropcap]na de las características del capitalismo desarrollado, es que en todo ve y busca una oportunidad de negocios, incluso en la basura que comúnmente se define como desecho inservible. Y la basura, que es resultado del consumo y que se encuentra en todas las fases de la cadena de valor de los procesos productivos, es no solo abundante, sino que su manejo y gestión genera una gran cantidad de dinero.
El punto es, sin embargo, que, si no se tiene una mente creativa, una planificación del manejo de los desechos, una organización de la recogida de los mismos, una conciencia ciudadana de la importancia de este proceso, y un Estado que aplique las normas en este tema, la basura se convierte en un grave problema; y esto último es lo que ha ocurrido en República Dominicana desde tiempos inmemoriales.
Pero la problemática de la basura en el país tiene diferentes actores y culpables, así como contubernios perversos que son consecuencia de arreglos políticos para distribuirse un botín enmascarado en un servicio público. Los primeros culpables son los que históricamente han administrado la recogida de la basura, es decir, los gobiernos y los ayuntamientos.
Los primeros por ser los que apropian recursos a los segundos y, en casos específicos, hasta han entrado de manera directa a la gestión del problema. En todos los casos, no obstante, el fracaso ha sido la nota distintiva, pues se continúa implementado modelo tras modelo, sin que se visualice en el horizonte una solución definitiva.
En el análisis de los actores, se observa que, en la cadena de valor del proceso de gestión de los desperdicios y desechos sólidos en el país, entran en juego los ayuntamientos, las empresas privadas de recolección y transporte, y también los administradores de los denominados vertederos, que no son más que arrendatarios internacionales que olieron bien en donde la mayoría sentía fetidez y pestilencia.
Estos actores, sin embargo, y como en todo lo que huele a negocio e intervienen los poderes públicos, fueron atraídos por el contubernio perverso, lo que ha impedido que estos procesos de la cadena de valor en la gestión de la basura sean eficientes y se puedan lograr los resultados esperados por la ciudadanía.
Bajo este escenario, se hace difícil que podamos imitar el concepto capitalista de convertir en oro cualquier idea de negocio, aún cuando en la mayoría de los países esto es materia común y la gestión de la basura es una empresa rentable, regulada estatalmente, generadora de empleos, y que aporta al fisco.