[dropcap]N[/dropcap]ueva vez el tema de la migración haitiana vuelve al debate, ahora incentivada por imágenes que circulan en las redes sociales mostrando un flujo masivo de ciudadanos haitianos, entrando sin control por la frontera imaginaria que nos divide del país más pobre del Hemisferio Occidental. Pero esta historia se repite desde que República Dominicana se separó de Haití en 1844, e inició un proceso de desarrollo económico y social que ha ido en relación inversa a lo que tristemente ha ocurrido en ese país.
Pero el problema de la inmigración haitiana hacia República Dominicana tiene diversos matices e interpretaciones, entre ellas varias que causan gran preocupación en más de un dominicano. La primera de ellas está vinculada al fantasma de la unificación de las dos naciones, la cual es tan remota como la abuela, pero que se ha vendido como una posibilidad que está al doblar de la esquina. La segunda está vinculada al tráfico de ilegales haitianos que entran y se convierten en demandantes de bienes y servicios, constituyéndose en carga para el Estado.
En efecto, se ha evidenciado que miles de parturientas cruzan ilegalmente la frontera para dar a luz en los hospitales del país, y que una cantidad importante de delincuentes que escapan de las cárceles haitianas, cruzan la frontera y se mezclan con sus conciudadanos, pero que son un peligro para la nación dominicana. Así también, legales e ilegales haitianos están en las escuelas dominicanas, se desplazan en el metro, están inscritos en la UASD, entre otras cosas, beneficiándose de los todos los servicios que subvenciona el Estado.
Pero un elemento que mayormente convoca el debate sobre este tema, es el impacto que tiene la inmigración haitiana en la economía dominicana. A ese respecto, no caben dudas de que mucha mano de obra haitiana está actualmente contratada en el sector turístico dominicano, y que se torna casi imprescindible en los sectores agrícola y construcción, ocupando también un espacio importante en la economía informal. Pero el problema es el balance entre lo que contribuye y lo que se lleva pues, a nuestro juicio, el saldo resultaría negativo si las cuentas se pusieran en blanco y negro.
Sabemos, sin embargo, que el problema es complejo, tanto así que se ha convertido en un tema político, nacional e internacionalmente, pues las potencias prefieren una solución isleña que ayudar a la recuperación de Haití. Y nosotros le hacemos el juego mostrando incapacidad en definir y aplicar una real y seria política migratoria.