[dropcap]H[/dropcap]abrá que reconocer el empeño que puso la Alcaldía del Distrito Nacional, durante las gestiones de Roberto Salcedo, en arborizar las principales avenidas con especies asociadas a la flora y a la fauna de la isla de Santo Domingo.
Las isletas donde crece la mara, el caimito cimarrón, el guayacán, el roble blanco o el avellano criollo ayudan a los citadinos a sentir algo de verde en una ciudad calurosa (en verano) que se levanta en torres de acero y concreto.
La última primavera regó las calles con flores de avellanos, flamboyanes y robles (los del entorno de la Plaza de la Cultura son un poema en blanco y rosa). Los pericos que dormitan en los almendros del entorno del Hotel El Embajador encuentran ahora ramas de una arboleda más densa para apoyar la ruta de vuelo en su vida de ciudad.
Sin duda, se trató de una gran idea la de arborizar la capital. Una idea que deben fortalecer las alcaldías del Gran Santo Domingo y las de todas las grandes ciudades del país.
En el caso del Distrito, el Ministerio de Obras Públicas mantiene la iniciativa de sembrar árboles. Lo único lamentable es que, siendo la dependencia encargada de cuidar la infraestructura vial, plante especies como gris gris en las aceras.
Los gris gris aportan gran belleza. Sin embargo, deberán ser removidos en pocos años cuando sus grandes raíces empiecen a levantar las aceras y el pavimento. Será una pérdida de verdor, esfuerzo y dinero de los contribuyentes. Seguir los pasos de la gestión de Salcedo es muy positivo, pero nunca estará de más auxiliarse de botánicos que todos pagamos a través de Medio Ambiente.