Taiwán, ese país asiático que ha sabido sobreponerse a todas las vicisitudes, está en uno de los episodios más incómodos en su trayecto a ser reconocido en Naciones Unidas. Panamá, el bastión de Centroamérica, le retiró el apoyo. Años antes lo había hecho Costa Rica. Los taiwaneses deberán apurar el paso, aunque les salga más costoso.
En Centroamérica aún mantienen su apoyo Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Belice. En el Caribe, Haití, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, mientras que en Sudamérica sólo Paraguay. En Oceanía tiene el apoyo de Palau, Islas Marshall, Kiribati, Nauru, Islas Salomón y Tuvalu. En África, Burkina Faso y Suazilandia. En Europa sólo el Vaticano.
La retirada de Costa Rica y Panamá, sin duda, pone a Taiwán a repensar su estrategia. La meta es más difícil (y lo seguirá siendo) porque China, que reclama ese territorio, tiene poder de veto en la ONU.