[dropcap]H[/dropcap]ay frases que una vez las escuchamos se nos impregnan para siempre. La expresión “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, del político mejicano Benito Juárez, cumplirá 150 años en octubre próximo. Esta es una de las alocuciones más famosas de la humanidad.
Si la traemos a la práctica, a terreno dominicano, cabe perfectamente en el contexto en que se encuentra nuestro país. Y no hay por qué dudar: el respeto debe ser de doble vía, de otro modo no funciona. Cualquier otra cosa sería imposición o subyugación del débil hacia el más poderoso.
Quien tiene poder sólo lo puede ejercer sobre aquellos que, aparentemente, son más débiles. Un líder no puede existir sin personas o individuos a quienes inspirar. Nuestra querida sociedad está inmersa en un ambiente de inestabilidad o incertidumbre, que guarda una relación muy estrecha con los reclamos de quienes consideran que ya está bueno de paños tibios para enfrentar los males que impiden la distribución equitativa de las riquezas que genera la economía dominicana.
Hay dos palabras que en los últimos meses han sido pronunciadas millones de veces, y que la opinión pública las ha hecho suya. No las voy escribir aquí, pues son tan obvias que su fuerza se invoca hasta con el pensamiento. Tampoco es necesario hablar del color que, paradójicamente, más repudia otro color, especialmente por la nueva acepción que ha adquirido en el contexto actual.
Todo esto viene al caso porque ha habido una falta de respeto mutuo. Tanto las autoridades como quienes exigen el cumplimiento de las leyes y el fortalecimiento de la institucionalidad han faltado. Ambos, por supuesto, sobre la base de sus justificaciones. Si no hay presión no hay reacción. Y hay razón en esta frase.
El que tiene que investigar y armar un expediente irrefutable necesita tiempo para hacerlo. Por el otro lado están los que protestan. Están en todo el derecho constitucional de dejarse sentir y protestar.