[dropcap]L[/dropcap]as remesas familiares constituyen uno de los cuatro sectores generadores de divisas para la economía dominicana y de manera individual es el segundo en importancia, tomando en cuenta que solo las superan en monto los aportes del turismo.
Las exportaciones nacionales y de zonas francas le siguen como tercer renglón de mayor aporte de divisas en forma individual y luego están los ingresos por inversión extranjera directa (IED).
De las remesas se destaca el hecho de que el año pasado sumaron US$5,261.5 millones, acumuladas en poco más de 20.5 millones de transacciones con un promedio de US$213.50 por cada envío. Lo anterior indica que el país recibió en promedio más de 57,000 envíos de remesas diarios el año pasado.
Ese monto no incluye las llamadas remesas de bolsillo, es decir, las que envían dominicanos en el exterior con amigos o familiares cuando vienen al país y que no pasan por los registros de empresas remesadoras y transacciones bancarias. Es posible que las remesas de bolsillo alcancen la mitad del total de remesas recibidas.
Otros datos que llaman la atención, aunque no sorprenden, son los relativos a los países de procedencia de las remesas. El 70.4% de las remesas recibidas en 2016 llegaron desde Estados Unidos, donde reside la mayor cantidad de dominicanos en el exterior. Luego le sigue España, desde donde proviene el 15.5% de las remesas; desde Italia el 1.5%, al igual que desde Haití con la misma participación porcentual. Las demás naciones emisoras, en su mayoría de Europa, aportan proporciones menores.
Pero las remesas tienen sus particularidades: se trata del único aporte en divisas real, tanto en monto como en tiempo, ya que es dinero que entra de forma física y en el mismo momento en que se realiza la transacción.
No se puede decir lo mismo de los ingresos del turismo, por ejemplo, debido a que la mayor parte de los aportes de los visitantes se queda en el país de origen de la cadena hotelera, línea aérea y turoperadora que vende el paquete de la visita y aquí solo entran de forma concreta los recursos que se usan para la operatividad de los hoteles, los alimentos que se consumen y los pagos de salarios de los empleados de ese sector.
En cuanto a la inversión extranjera también pasa algo parecido, pues en ocasiones una empresa determinada anuncia la inversión de una cantidad específica de dólares en un año determinado. Ese monto se registra como IED, pero es posible que los recursos no se hayan colocado o que el proyecto se desarrolle en varios años y, sin embargo, se ha registrado como ingreso de divisas en el año en que se anunció aun sin que haya entrado un solo dólar.
También son divisas imperceptibles las que registran las exportaciones de zonas francas, debido a que se trata de empresas en su mayoría extranjeras que se instalan, emplean personal dominicano, venden en el exterior lo que producen y dejan en sus países de origen los montos de cada transacción.
Al final, sólo se queda como ingreso real al país lo que pagan en salarios a sus trabajadores y los pocos impuestos que tributan, ya que gozan de extraordinarias exenciones. El 100% de sus utilidades es repatriado a su país de origen.
No se puede decir lo mismo de una parte de las exportaciones nacionales, especialmente las industriales y agropecuarias, ya que son bienes y servicios producidos aquí por empresas nacionales que se supone dejan en el país la mayor parte de las divisas que generan por concepto de sus ventas en el exterior.
Entonces, las remesas son la más tangible, efectiva y directa fuente de ingresos de divisas del país, con la ventaja de que se utilizan para el consumo interno de las familias que las reciben.
Lo único lamentable es que son el fruto de la propia necesidad que tuvieron los dominicanos residentes fuera de irse a otras tierras en busca de las oportunidades que les negara esta, que es la suya. Son dominicanos fuertemente vinculados con este su país de origen.