[dropcap]L[/dropcap]a economía tiene sus misterios, los cuales se revelan en los mercados, y casi siempre a partir de las actuaciones de los agentes económicos, es decir, los compradores y los productores.
Por ejemplo, los empresarios dominicanos se negaron a aumentar el 20% a los salarios de los trabajadores, con argumentos recurrentes de que esto obligaría a despedir a un número indeterminado de empleados, cerrarían muchas pequeñas y medianas empresas, y probablemente se convertiría en una fuente de incremento en los costos de producción, lo que se reflejaría en nuevos incrementos de precios. No hay que ser un genio para entender esta lógica de pensamiento, y para validar es tipo de ecuación.
Pero veámoslo en sentido contrario. ¿Qué pasaría si se aumentaran en un 20% todos los sueldos y salarios, del sector público y del privado, de los que ganan menos de 14,838 pesos mensuales, que es el promedio de la mayoría de los que tienen empleos fijos en empresas formales? En este caso, no hay que ser economista para saber que esto provocará una expansión de la demanda agregada, vía, en principio, el consumo privado, con su consecuente efecto multiplicador en la oferta y, obviamente, con resultados favorables en términos de ganancias y utilidades.
A su vez, la inversión privada tendería a elevarse, y los efectos sobre el nivel de actividad económica no se harían esperar. Un economista del patio, sin embargo, diría que tanta masa salarial podría sobrecalentar la economía y repercutir negativamente en los precios de los bienes y servicios. Sugeriría que, en ese caso, el Banco Central se mantenga vigilante pues probablemente tendría que intervenir y actuar a través de sus instrumentos de política monetaria, si es que el fenómeno de la inflación comienza a afectar los bolsillos de los trabajadores.
De su lado, un funcionario avispado, “preocupado” por el déficit fiscal, opinaría que se debe ser cauto con un incremento de salarios, pues esto podría llevar a la necesidad de un incremento en los impuestos, lo que igual afectaría los ingresos disponibles para compra de los empleados.
Por su parte, el mundo mediático diría que sí, que tal vez o que no le importa, pues al fin y al cabo ninguno de los que hacen vida en ese cosmos gana sueldo mínimo.
Al final, a los trabajadores no le interesan las sutilezas de la dinámica económica; lo que les importa, en todo caso, es contar con algo más de dinero que le permita, por lo vemos, sobrevivir.