[dropcap]P[/dropcap]aíses, industrias, bancos, aseguradoras, gobiernos, entidades públicas y privadas, todas sin excepción, buscan una alta calificación de parte de algunas de las firmas calificadoras de riesgo más prestigiosas del mundo.
Su aspiración, muchas veces, les hace olvidar que esas firmas de “prestigio” están conformadas por hombres que, por su naturaleza, son imperfectos.
Y no es que sea malo tener una calificación positiva (AAA, AA+, AA-, A o la que sea), el problema es que la reputación de una empresa, una institución pública o un banco no sólo debe depender de la opinión que “técnicos y entendidos en la materia” den sobre la “salud financiera y reputacional” de una compañía o de una entidad pública.
La mejor recomendación u “opinión especializada” viene de los mismos clientes y usuarios, quienes conformes con el servicio y la calidad de respuesta se convierten en los mejores promotores de la reputación de cualquier empresa. A veces ni la calificación más positiva que le den a una emisión de valores (si fuera el caso) tiene que ver con la toma de decisiones de quienes deciden invertir.
Los calificadores se equivocan y algunos de sus traspiés les han costado billones de dólares a las economías más influyentes, como es el caso de Estados Unidos y de países europeos.
La crisis financiera de 2008 se debió, en gran medida, a la falsa realidad que pintaron sobre las hipotecas y la calidad de los activos. Dentro y fuera de Estados Unidos las calificadoras de riesgo, sin excepción, han tenido que enfrentar multas y pelear casos importantes. Moody´s, Standard & Poor’s (S&P) y Fitch Ratings, de las más reconocidas, han sido multadas por yerros costosos para las economías.
Para poner un ejemplo, Moody´s acordó con Estados Unidos pagar US$864 millones por incumplir sus compromisos previos a la gran recesión de 2008. ¿Razón? La calificación a activos de riesgo que realizó la entidad no estuvo acorde a sus parámetros antes de la crisis financiera, y se demostró el engaño a los inversores al inflar la calidad crediticia de las hipotecas.