[dropcap]E[/dropcap]l sistema financiero dominicano tiene como base jurídica y de regulación a la Ley Monetaria y Financiera 183-02, en la cual se definen básicamente cuatro tipos de entidades: los bancos de servicios múltiples, las asociaciones de ahorros y préstamos (AAyP), los bancos de ahorro y crédito y las corporaciones de crédito.
Las AAyP son el segundo grupo de entidades de mayor tamaño luego de los bancos múltiples, ya que acumulan poco más de 10% de los activos totales del sistema financiero. Sin embargo, mantienen la condición de entidades mutualistas no accionarias, con mayor concentración en los financiamientos para viviendas.
Esa condición les representa limitaciones en comparación con los bancos múltiples, en cuanto a la variedad de productos y cobertura de negocios financieros que pueden realizar.
Sin embargo, en su artículo 75, la Ley Monetaria y Financiera le da a la Junta Monetaria del Banco Central la facultad de ampliar las operaciones que realizan las AAyP.
Además, ese mismo artículo agrega: “Asimismo, transcurrido un año después de la promulgación de esta Ley, la Junta Monetaria podrá autorizar la conversión de estas instituciones en el tipo de entidades de intermediación financieras previstas en el artículo 34, siempre y cuando se garantice un tratamiento homogéneo con estas entidades, incluyendo los aspectos fiscales”.
También agrega que “la Junta Monetaria dictará los mecanismos de conversión”. Ésta última parte indica que previo a esa conversión voluntaria de las AAyP en bancos de servicios múltiples o en cualquier otro tipo de entidad, la Junta Monetaria debe elaborar un reglamento.
En los primeros meses de 2015 el periódico elDinero publicó varios reportajes referentes a la intención de algunas AAyP de convertirse en bancos de servicios múltiples. Incluso, para ese entonces, el Banco Central informó que posiblemente antes de concluir 2015 la Junta Monetaria tendría listo el reglamento de conversión, pero pasó el año y no salió la normativa.
Luego, en octubre del pasado 2016 una comisión de diputados sostuvo una reunión con autoridades del Banco Central para conocer el curso de ese proceso. En esa ocasión el Banco Central informó que a más tardar en noviembre de ese año el reglamento estaría listo. Sin embargo, ya vamos por mayo de 2017 y el reglamento no ha salido.
¿Qué ha pasado? La realidad es que las AAyP han sido tímidas en el proceso de gestión de salida de ese reglamento. Puede ser que existan intereses que se oponen a la aprobación de esa normativa, con la intención evitar que esas entidades tengan la opción de convertirse. Pero de todas formas es un mandato legal y su dilación solo se corrige si las partes interesadas, en este caso las AAyP, mostraran más énfasis en el tema.
Pero esa gestión debe ser cuidadosa y no tan directa. Las AAyP no pueden hacer esa diligencia ante la Junta Monetaria de manera individual ni generar ruidos innecesarios. Para ello deberían hacer más uso de la institución que las agrupa: la Liga Dominicana de Asociaciones de Ahorros y Préstamos Incorporada (Lidapi).
Esa poco conocida asociación representa a diez asociaciones de ahorros y préstamos con activos que al cierre de 2016 sumaban RD$161,471.2 millones, equivalentes al 10.6% de los activos totales del sistema financiero nacional.
De hecho, por lo menos tres de esas mutualistas tienen niveles de activos tan favorables que aparecen entre las diez entidades financieras más grandes del país, por lo que superan en tamaño a muchos de los 18 bancos de servicios múltiples que, sin embargo, tienen una ventana más amplia de productos para hacer negocios financieros.
Las AAyP tendrán que asumir una posición más activa sobre su importancia en el sistema financiero nacional para lograr que la Junta Monetaria se motive a acelerar la aprobación del reglamento que permitiría su conversión o por lo menos que las autoricen a prestar los mismos productos que ofrecen los bancos múltiples.
La Lidapi podría ser el canal ideal para alcanzar muchos de los objetivos de las AAyP sin la necesidad de entrar en debates ni en reclamos directos, sino, mediante una forma inteligente de mostrarle al país cuán importantes e impactantes son esas entidades en la economía nacional.