El retraso en la publicación del documento de recomendación sobre el mayor uso (y prácticamente proscribir los modelos internos) de los modelos estándar para la mitigación y administración del riesgo de crédito, ha generado incertidumbre entre la industria financiera y bancaria a nivel global, de acuerdo con un análisis preparado por la Secretaría General de Felaban.
A continuación, el análisis:
El retraso para finalizar las reformas de Basilea III en el año 2017
Documento preparado por la Secretaría General de Felaban
24 de marzo de 2017
El pasado 3 de enero de 2017 el Bank International of Seattlements (BIS) publicó un comunicado de prensa en el que consideró que completar las reformas concernientes a Basilea III es un paso importante para restaurar la confianza de los bancos en los mercados financieros mundiales. Sin embargo, a su vez informó que, el grupo de Central Bank Governors and Heads of Supervision requería más tiempo para completar las tareas técnicas pendientes, anunciando que espera concluir las mismas en un “futuro cercano”.
Este retraso en la publicación del documento de recomendación sobre el mayor uso (y prácticamente proscribir los modelos internos) de los modelos estándar para la mitigación y administración del riesgo de crédito, ha generado incertidumbre entre la industria financiera y bancaria a nivel global.
De manera general, habría que decir que la propuesta del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (CSBB) elaborada desde el año 2015, busca que los ponderadores por nivel de riesgo de los activos financieros sean producto de un modelo estandarizado que el mismo comité propone desarrollar. Así las cosas, dejarían de utilizarse los modelos internos desarrollados por los bancos. Una justificación que al respecto otorga el CSBB, es la necesidad de tener mejores herramientas para realizar comparaciones entre los bancos y entre las distintas jurisdicciones a nivel mundial, así como una mayor simplicidad y sensibilidad al riesgo.
De acuerdo con la revista The Economist una fuente de posible discordia surge cuando se plantean los pisos o límites a la baja los ponderadores de riesgo. En ese sentido, el piso sería una fracción de una medida calculada por el modelo estándar. Una primera versión del documento sugirió un piso mínimo de entre el 60% y el 90%. Posteriormente, se conoció una versión con un piso del 75%, bajo el compromiso de un aumento gradual durante 4 años empezando en el año 2021.
Según los diarios de Inglaterra The Guardian y The Telegraph, mientras del lado de los Estados Unidos existiría un acuerdo para contemplar pisos altos, del lado de la Unión Europea, esta propuesta no tendría mayor acogida. Los bancos alemanes en cabeza de la Association of German Banks han manifestado que el uso de los modelos internos elaborados por cada banco, acorde a su mercado, dan cuenta de una mayor sensibilidad al riesgo y mejor medida del capital.
De acuerdo con análisis de la firma Bloomberg los bancos de Estados Unidos mantienen menos cartera hipotecaria en su balance. Esto en contraste con sus contrapartes europeas, que todavía mantienen activos hipotecarios y a la vez créditos de Project Finance; estos dos tipos de crédito mantenidos usualmente por la banca europea resultan ser más complejos y sensibles ante cambios en los ponderadores. Subsiste entonces la preocupación de tener que acopiar más capital en las hojas de balance, mientras que el crédito se puede encarecer en una economía europea alicaída.
Otra razón que no puede perderse de vista tiene que ver con la elección de Donald Trump. El nuevo presidente de Estados Unidos ha venido hablando de un proceso de desregulación de la economía . Por supuesto, el sector financiero y la banca no son la excepción. El desmonte de algunas medidas de la ley Dodd-Frank parece ser uno de los objetivos del nuevo gobierno. Esto parece estar ocurriendo pese a que el presidente de JP Morgan mencionó en el mes de noviembre pasado que no se desmonte dicha norma.
El pasado 3 de febrero el diario Wall Street Journal, mencionó el presidente de Estados Unidos firmó una orden ejecutiva en la que se establecía un esquema trabajo para la reescritura de la ley. Los contenidos de una nueva ley aún son desconocidos.
Bien vale la pena recordar que la Ley Dodd-Frank aprobrada en Estados Unidos en el año 2010 creó agencias federales (protección al consumidor e investigación financiera), puso límites a los procesos de salvamento bancario ante quiebras, separó los negocios de trading financiero de los negocios de intermediación, generó controles a la deuda bancaria y a su vez recogió elementos de las recomendaciones de Basilea tales como los capitales mínimos regulatorios.
En un escenario de desmonte de la ley, o de reescritura aun no es claro cuál entonces el rol de las agencias federales creadas así como otros aspectos en los que los supervisores de Estados Unidos venían trabajando desde hace ya 6 años .
Estos mensajes sin duda han contribuido a generar más incertidumbre. Si bien analistas internacionales esperan que durante el primer trimestre se logre un acuerdo en el CSBB, hoy el panorama luce incierto.
En gracia de discusión puede afirmarse que hoy aparecen varias posibilidades en el horizonte.
Un primer escenario es que durante el primer trimestre del año 2017 se de una posible conclusión del documento sobre riesgo crédito y los modelos internos. En dicho documento la propuesta general del CSBB ha sido usar un modelo interno para evaluar el riesgo de crédito, de manera que el mismo sea de fácil comparación entre las distintas jurisdicciones nacionales.
De aplicarse dicha propuesta en la práctica las reformas de Basilea III tendrían un nuevo elemento que serviría de paradigma en la regulación y supervisión financiera. De acuerdo con esto, cada supervisor nacional tendría que tener un modelo estándar que sirva de referencia para los procesos de examen de la medición del riesgo de crédito. El proceso de ajuste para los supervisores y para la banca sería de mediano plazo. El modelo estándar que sea aprobado por el equipo técnico del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea tendría entonces que ser adaptado a cada jurisdicción nacional. En dicho caso ocurriría lo que se predijo durante las audiencias de discusión convocadas por el comité; un modelo de estructura global, pero calibrado con parámetros de naturaleza nacional. Si esto se convierte en una norma imperativa sin que medie otra opción en cada país, el trabajo de muchos años de los bancos en el desarrollo de metodologías internas para la mitigación y administración del riesgo de crédito prácticamente se perdería. Esto sería un cambio en las reglas del juego de suma importancia en los últimos 12 años. Aparte de generar una simplificación y uniformidad en la manera de medir el riesgo de crédito, el nuevo modelo puede volverse un factor que amplifique la dirección del ciclo de las variables crediticias. Esto en razón a que privilegia las variables de ingreso y mora como principales variables de estudio.
Un tercer escenario plausible es que no se publique ninguna recomendación sobre modelos internos y modelos de administración de riesgo crediticio. El argumento sobre el cual dicha suposición hipotética se sustenta, sería que por un lado ya existe suficiente oposición de parte de la banca europea para que este trabajo salga tal y como ha sido planteado. Además, el nuevo talante de la política de regulación y supervisión en los Estados Unidos es el de desregular. Sobre este tema, bien valdría la pena señalar que el nuevo gobierno de los Estados Unidos puede cambiar su postura y promover que antes de nuevas exigencias a la industria, estas se simplifiquen. En este escenario, donde la cooperación y el consenso no se alcanza el perdedor es el multilateralismo que el G-20 ha querido promover desde el año 2001.
Allí surge la pregunta, de ¿qué línea de trabajo adoptaran los países emergentes? En particular ¿qué pasará con los países emergentes que no pertenecen al G-20?
Si bien el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea en su comunicado de comienzos de año habló de concluir este tema en plazos cercanos, hoy existen suficientes elementos para pensar que existen dificultades para alcanzar un consenso en esta primera parte del año 2017. Esto constituye un escollo para cerrar las llamadas reformas de Basilea III que se vienen implementando desde el año 2010
Sin duda, el actual momento no resulta gratificante para el negocio bancario. Mientras que por un lado existen incertidumbre regulatoria y onerosas cargas para cumplir con las exigencias de las autoridades nacionales, por otro se ve con desconcierto que nuevos actores en el mercado financiero incursionan en el mercado sin que medien unas reglas mínimas que garanticen una competencia equitativa.
La historia tiene diferentes ingredientes y ha sido muy comentada en los medios internacionales. Recientemente se conoció por parte de la opinión pública una carta dirigida a Janet Yellen el pasado 31 de enero por parte del representante a la Cámara Patrick T McHenry (Repúblicano) otorga unas pistas al respecto: “It is incumbent upon all regulator to support US economy, and scrutinize international agreements that are killing american Jobs”
En su réplica la señora Yanet Yellen el 10 de febrero de 2017 contesta que los acuerdos de Basilea: “crean un poderoso estándar regulatorio que mejora la estabilidad financiera del sistema financiero los Estados Unidos”
Al respecto y adicionalmente, el pasado 10 de febrero el miembro del FOMC Daniel Tarrullo, renunció a su posición, pese a tener el derecho al cargo hasta el 2022.
Tarullo era el encargado de la supervisión financiera y dedicó su cargo a aplicar la ley Dodd-Frank.
Muchos consideran que el cambio de talante y la disputa política que se avecina para nombrar 2 miembros del FOMC apresuraron la renuncia. A la hora de escribir esta nota de trabajo, se desconocía algún candidato o nominado a dicho cargo.
Para muchos observadores como Howard Davies (ex gobernador del Bank of England) la tensión entre el Financial Stability Board y los Estados Unidos podría poner en riesgo los procesos de colaboración internacional que han funcionado durante los últimos 30 años en materia de mejores prácticas de regulación y supervisión financiera .
El 2 de marzo de 2017 el CSBB mencionó que su compromiso con lograr un consenso y concluir con las reformas de BIII. Sin embargo, tampoco mencionó una fecha de cierre o algún avance sustancial. En ese orden de ideas, a la fecha el desarrollo y cierre de las propuestas del llamado Basilea III sigue teniendo a la banca del mundo en vilo.