[dropcap]D[/dropcap]e acuerdo con las estadísticas del Banco Central, en el país se realizan transacciones brutas de divisas, especialmente de dólares, por entre US$2,800 y US$2,900 millones mensuales, tanto en compra como en venta de esa preciada moneda extranjera.
Las formas de transar dólares son mediante transferencias, compra y venta en bancos comerciales, agencias de cambio y remesas, así como en efectivo.
En condiciones normales, la economía demanda la cantidad de divisas acorde con su dinamismo y capacidad de generación de ese dinero, pues si bien hay importaciones de bienes que se deben pagar con dólares, están los productores que exportan y generan divisas con sus ventas en el exterior.
También se genera divisas por medio de los ingresos del turismo, captación de inversión extranjera directa y con las remesas que envían los dominicanos en el exterior.
En algunas épocas del año se producen demandas inusitadas de dólares por parte de determinados agentes económicos. Por ejemplo, las empresas extranjeras, que tienen derecho a repatriar sus ganancias netas luego de pagar impuestos, proceden a convertir sus ganancias de pesos a dólares para sacarlos y depositarlos en sus países de origen. Eso provoca presiones en el mercado cambiario.
También puede provocar presión la necesidad de dólares del propio Estado cuando le toca pagar vencimientos de deuda o compromisos con empresas constructoras de obras en el país, si la transacción es en moneda norteamericana.
Por ejemplo, cuando el Gobierno le paga a los generadores privados de electricidad, cuando va a pagar alguna cuota de deuda externa, cuando debe pagarle a una constructora de alguna obra local a cargo de una empresa extranjera, todo eso debe saldarlo en dólares, mediante un proceso de conversión de pesos en el mercado. Eso también presiona la tasa de cambio en determinados momentos.
Eso puede ocurrir también con empresas privadas que han contraído deudas en dólares. Por eso hay normas nacionales para controlar los niveles de endeudamiento en dólares de empresas que no generan divisas, de forma que solo puedan contraer compromisos en moneda extranjera aquellas organizaciones que a su vez generan moneda extranjera. ¿Están las autoridades monetarias y fiscales al tanto de que esos controles se estén cumpliendo?
Las razones mencionadas son las que en forma cotidiana pueden motivar la presión de la tasa de cambio en determinadas circunstancias, lo cual se puede atribuir, como ha dicho el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, a una demanda mayor a la regular, no a una escasez en la disponibilidad de divisas.
Hay otras razones que también pueden provocar presiones sobre el dólar. Una de ellas es más oscura, relacionada especialmente con las operaciones comerciales de bienes ilegales como el narcotráfico. Las transacciones de negocios ilegales se realizan en moneda dura y en “efectivo”.
No se puede dejar fuera el mundo del narcotráfico cuando se analizan las razones de una presión inusitada en la tasa de cambio, pues es un mercado subterráneo donde el dólar es la moneda por excelencia y los pagos no son virtuales y de transferencias, son mediante entrega física de los billetes.
Pero entre todas las motivaciones que pudieran dar origen a esta aparente escasez del dólar ha surgido una que hacía mucho tiempo no era citada en el país y fue mencionada, precisamente, por el gobernador del Banco Central: la incertidumbre.
Los actores económicos pueden sentir incertidumbre sobre la forma en que se esté comportando la economía, tanto en el aspecto fiscal como monetario, así como en lo referente a la estabilidad y perspectivas de corto y mediano plazos.
Si se percibe una pérdida de confianza en la estabilidad que durante más de una década exhibe la economía dominicana, entonces crece en interés de sectores económicos por convertir sus ahorros y disponibilidades de pesos a dólares para evitar el riesgo cambiario.
Llegar a ese nivel es algo que deben evitar las autoridades del país a toda costa, especialmente los hacedores de políticas monetarias, pues con los elevados niveles de deuda interna y externa que tiene el país, con un constante déficit fiscal y una lenta generación de divisas, no conviene que la incertidumbre incida en los actores económicos. Hay que prestar atención.