Tras el deslucido resultado de 2016, las proyecciones apuntan a un repunte de la actividad económica en 2017 y 2018, especialmente en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, asegura el Banco Mundial en “El cambiante panorama de la economía mundial”.
Sin embargo, afirma la institución financiera multilateral, existe una amplia dispersión de posibles desenlaces en torno a las proyecciones, dada la incertidumbre que rodea a la orientación de las políticas del gobierno estadounidense entrante y sus ramificaciones internacionales. Los supuestos en los que se basa el pronóstico seguramente serán más específicos para cuando se publique la edición de abril de 2017 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO), cuando habrá mayor claridad sobre las políticas estadounidenses y sus implicaciones para la economía mundial.
Con estas salvedades, las estimaciones y proyecciones agregadas del crecimiento en 2016–18 no han cambiado en relación con la edición de octubre de 2016 del informe WEO. Las perspectivas de las economías avanzadas han mejorado para 2017–18, gracias al fortalecimiento de la actividad durante el segundo semestre de 2016 y al estímulo fiscal previsto en Estados Unidos. Las perspectivas de crecimiento han empeorado marginalmente en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, donde las condiciones financieras son, en términos generales, menos favorables. Las perspectivas de crecimiento a corto plazo de China han sido revisadas al alta gracias al estímulo proyectado de la política económica, y a la baja en una serie de otras economías grandes, entre las que se destacan India, Brasil y México.
Este pronóstico está basado en el supuesto de cambios en el espectro de políticas adoptadas por el nuevo gobierno estadounidense, con los consiguientes efectos de contagio a escala internacional. En este momento, el personal técnico prevé cierto estímulo fiscal a corto plazo y una normalización menos gradual de la política monetaria. Esta proyección está acorde con el empinamiento de la curva de rendimientos en Estados Unidos, el alza de los precios de las acciones y la sustancial apreciación del dólar de EE.UU. observada desde las elecciones del 8 de noviembre. El pronóstico aquí presentado también incorpora un afianzamiento de los precios del petróleo tras el acuerdo al que llegaron los miembros de la OPEP y otros grandes productores para limitar la oferta.
Aunque los riesgos parecen inclinarse a la baja, se observan también riesgos al alza para el crecimiento a corto plazo. Específicamente, la actividad mundial podría acelerarse con más fuerza si la política de estímulo fuera más contundente de lo previsto actualmente en Estados Unidos o en China. Entre los riesgos negativos para la actividad se destacan un posible vuelco hacia plataformas de políticas aislacionistas y el proteccionismo, un deterioro de las condiciones financieras mundiales más pronunciado de lo esperado que podría interactuar con las debilidades de los balances en partes de la zona del euro y en algunas economías de mercados emergentes, un recrudecimiento de las tensiones geopolíticas, y una desaceleración más grave en China.