[dropcap]D[/dropcap]esde 1976 el Foro Económico Mundial (Foro de Davos), realiza un estudio comparativo entre países acerca de los factores que inciden en la competitividad, la que definen como, “conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”.
Con la productividad se procura combinar de manera adecuada, maquinarias, trabajadores y otros recursos para maximizar la producción, lo que indefectiblemente se expresará en crecimiento económico y desarrollo.
Uno de los doce pilares que toma en cuenta el estudio, difundido cada año como “Informe Global de Competitividad”, es el de la infraestructura. Un país es más productivo y por ende más competitivo, cuando tiene una red integral de carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos que conecte todos los entes productivos, así como electricidad permanente y barata, redes de telecomunicaciones, conexiones a internet y disponibilidad de la telefonía móvil.
En el más reciente informe, publicado en septiembre de 2016, cuatro de los cinco primeros puestos en infraestructura, son ocupados por países de Asia: Hong Kong, Singapur, Emiratos Arabes Unidos y Japón; mientras que en América Latina, Panamá encabeza la lista, pero en el lugar 36 a nivel mundial. República Dominicana ocupa el lugar 101.
Si queremos ser competitivos, productivos, para comenzar a generar recursos que nos hagan un país rico, desarrollado, debemos proponernos mejorar la infraestructura. Tanto para la agropecuaria y su consecuente industrialización, como para el turismo, necesitamos más y mejores carreteras.
No obstante, con una red ferroviaria, que conecte al país de sur a norte y de este a oeste, o sea, sus principales ciudades, aeropuertos y puertos (dicho sea de paso, igual deben ser mejorados y adecuados), tanto para pasajeros, como para cargas, estaríamos dando un salto cuántico. Si a esto le sumamos la solución definitiva del problema eléctrico, en base a energía limpia, eólica, solar, hidráulica y nuclear, estaríamos legando otra República Dominicana a las futuras generaciones.
¿Y cómo se financiará eso? se habrá preguntado. Con el mismo presupuesto, con préstamos a condiciones especiales (deuda responsable no es un gasto, es una inversión) y con inversión extranjera.
Adelante, comencemos a pensar y actuar en grande, imaginemos a República Dominicana como la potencia turística e industrial del Caribe, con los mejores puertos donde llegue la mercancía y de donde salgan los productos dominicanos a los mercados mundiales, los aeropuertos para recibir los 10 o 15 millones de turistas que vendrán al país cada año y la más completa y moderna red ferroviaria que los conecte.
Me consta que tenemos hombres que han diseñado los grandes Proyectos de Transformación Nacional, sólo falta que el Gobierno dé las facilidades para que el sueño de unos pocos, se convierta en la realidad de todos.