[dropcap]S[/dropcap]ólo hay que recordar el discurso de toma de posesión de Donald Trump para concluir que el nuevo presidente de Estados Unidos quiere hacerle creer al mundo que esa nación estaría despertando de una pesadilla, que la administración de Barack Obama fue un desastre, que dejó tasas de desempleos que algunos la colocan en un 40% y que la economía ha perdido todas sus oportunidades.
El economista Raúl Aníbal Feliz no está de acuerdo. Dice que sólo hay que irse a algunos puntos fundamentales. Afirma que Estados Unidos no está en una mala situación, sino que es todo lo contrario. En estos momentos la economía está en pleno empleo.
“Todos estos programas que habla Trump de infraestructura y estímulos no parece que encontrarán muchos trabajadores disponibles para hacer lo que él desea. La nación está en pleno empleo y en estabilidad de precios. La inflación se mueve hacia el 2% y la tasa de desempleo es de 4.7%”, sostiene.
Recuerda que en el primer año de gobierno a Obama le tocó el momento del colapso de Wall Street y un desempleo que trepó al 10%, que justamente fue la parte más alta de la crisis.
Describe que desde entonces ha venido bajando no sólo porque la economía se ha recuperado, que ha sido un factor importante, sino porque también hay una transición demográfica en Estados Unidos donde la población está volviéndose más vieja y mucha gente se está jubilando, o sea, abandonando la fuerza de trabajo.
A su entender, la fuerza de trabajo disponible se redujo. Calcula que el nivel de desempleo se mantendrá así durante un buen tiempo. De hecho, considera que las empresas pronto tendrán que competir por los trabajadores, lo que generará ofertas razonables de trabajo en términos de salario.
Dice que hay espacio para crecer y que aún se pueden conseguir trabajadores, pero desmiente que haya un “ejército de desempleados” en Estados Unidos esperando las oportunidades que creará el presidente Trump.
A Feliz no le cabe duda de que pronto la economía de Estados Unidos necesitará de nuevas inversiones en su capacidad de producción para seguir creciendo, pues con las actuales pronto se podría generar una situación de inflación porque resultará difícil suplir la demanda interna. Considera que la mejoría tendrá que llegar a través de optimizar la productividad de la mano de obra y del capital, de crear nuevas plantas y más oportunidades.
Destacó que independientemente de algunas circunstancias, la economía de Estados Unidos genera cada mes alrededor de 180,000 empleos, por lo que aplicando las correcciones estacionales se crean cerca de 2.2 millones por año. Indica que esto sucede justo en momentos en que ese país está en pleno empleo, en el que el crecimiento natural de la fuerza laboral por los jóvenes que entran al mercado laboral anualmente no supera el millón de personas.
“Pronto la economía estadounidense se va a enfrentar con una demanda de empleos de 2.2 millones y una oferta de sólo un millón. Por lo pronto, esto se ha venido corrigiendo a través de sacar gente que estaba desempleada y de trabajadores que no se contabilizaban como desempleados porque no buscaban trabajo. Sin embargo, este proceso se irá agudizando cada día más y tendrá como consecuencia el aumento de los salarios”, explica.
Salarios
Para Feliz, los salarios han sido una de las variables que consistentemente más se han rezagado en Estados Unidos, lo cual llegará a su fin a partir de este nuevo contexto. Esta situación, prevé, generará un círculo virtuoso que provocará un incremento en la demanda interna. Hay que tomar en cuenta, dice, que este año la economía estadunidense crecerá 2.4% y en 2018 lo hará en 2.6%, pero con riesgos al alza.
Explica que la Reserva Federal de Estados Unidos, a diferencia de otros bancos centrales, tiene doble mandato: máximo empleo y estabilidad de precios. “Esto hay que interpretarlo. No existe algo así como todo el mundo esté empleado, pero se entiende que máximo empleo es una tasa de desempleo por debajo de 5% y se entiende que estabilidad de precios es que la inflación sea de 2%.
Considera que tal y como dijo Janet Yellen, presidenta de la FED, esa institución puede decir francamente “misión cumplida”, pues recibió una economía con un desempleo cercano al 10% y con un desplome de la demanda agregada que generaba deflación.
A su entender, Trump recibe una economía que crece por el orden del 2.3%, que crea más de dos millones de empleos, que tiene un desempleo bajo y que tiene estabilidad de precios.
Sin embargo, se inscribe entre aquellos que consideran que la FED debe preparar a la economía para un proceso de normalización de las tasas de interés. Dice que fue necesario aplicar una reducción de tasas a cero durante un prolongado período para ayudar a que la economía sanara de los daños que ocasionó la recesión de 2008. Ahora, dice, la economía ya sanó y en estos momentos no puede seguir recibiendo este tipo de estímulo.
En este orden, refiere que la Reserva Federal considera que la tasa neutra de política monetaria es de 3%. Ahora, apunta, sólo hay que tomarse el tiempo para discutir cuándo se llegará ese nivel.
“Y es bueno que se sepa que la FED estima que en un período de dos años y medio a tres la tasa de política estará en un 3%. Esto es necesario para mantener estable a la economía dentro del doble mandato de pleno empleo y estabilidad de precios”, sostiene.
En estos momentos, observa, Estados Unidos no necesita estímulos macroeconómicos, sino de reformas económicas. “Un estímulo es algo que se agrega a la demanda, como un déficit mayor y ayuda a que la economía se vuelva más fuerte a través de demanda; una reforma, bien hecha, ayuda a que la economía sea más fuerte, cree más inversión, que crezca más y mejore la productividad. Son dos caminos diferentes”, explica.
Feliz considera que durante un largo tiempo lo que hizo la Reserva Federal fue subsidiar el consumo a través de tasas de interés muy bajas. A su modo de ver, otra evidencia de que Trump recibió una economía saneada es el alto grado de confianza de los consumidores.
Reformas a la vista
Raúl Aníbal Feliz explica que en estos momentos se debate en Estados Unidos a cerca de dos proyectos que trazan pautas de qué hacer con la economía. Por un lado está la propuesta de la Casa Blanca y por el otro lo que propone la Cámara de Representantes (diputados), liderados por Paul Ryan.
En el caso de las personas físicas se plantea una simplificación en el régimen del Impuesto Sobre la Renta (ISR). Explica que actualmente hay siete escalas y lo que se busca es reducirlas a tres, una con tasa de 12% para quienes ganan menos de US$37,500 al año; una de 25% para el rango de los US$37,000 a los US$112,500 y una escala de 33% a partir de los US$112,501.
Actualmente, indica, la tasa máxima se eleva al 39%. “Esto nos indica que todo el mundo estará contento porque viene una devolución de estos ingresos a través de la modificación de Ley de la Renta Personal”, explica.
Un segundo elemento que describe y considera muy importante es que la tasa corporativa, que ahora es de 35%, aunque con muchas deducciones y se calcula en 29%, sea bajada al 15%, según el plan de Trump.