[dropcap]R[/dropcap]epública Dominicana muestra un fuerte crecimiento de la productividad en la última década, pero muy poco de los beneficios pasan a los trabajadores en forma de salarios, según los expertos del Banco Mundial (BM). Esta realidad supone una barrera en la movilidad social de diversos sectores que tienen el empleo como vía para mejorar la economía familiar y escalar en el contexto del tejido social.
En 2016 la economía se mantuvo galopando al frente de todas las de América Latina, con crecimiento de 6.6% en su producto interno bruto (PIB), según el Banco Central. Al dar a conocer el dato el pasado jueves, el gobernador de la entidad, Héctor Valdez Albizu, resaltó que el país se colocó por delante, por tercer año consecutivo, de naciones como Panamá (5.2%), Nicaragua (4.5%) o Costa Rica (4.2%).
Valdez Albizu explicó que, según la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT), levantada semestralmente por el organismo, el nivel de pobreza disminuyó, ya que en septiembre de 2016 se situaba en 30% mientras en ese mismo mes de 2012 era de 42.2%, “reduciéndose en 1,072,400 los dominicanos que han superado esta condición de vulnerabilidad”. También, que la población que vive en la indigencia bajó de un 11.1% a un 6.1%.
El Estado dominicano asume la definición de la pobreza monetaria como la insuficiencia de ingresos en los hogares para adquirir una canasta de consumo que permita satisfacer las necesidades mínimas de alimentación, expresadas en términos de requerimientos calóricos mínimos, y del disfrute de otros bienes y servicios básicos.
El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) medía la pobreza monetaria, en 2015, para un hogar de cuatro personas con base a ingresos mensuales de RD$18,776 y RD$8,456 en la zona urbana y RD$16,716 y RD$8,100 en la parte rural.
En septiembre de 2015 el MEPyD determinó que el porcentaje de la población pobre era 25.9% y la clase media de 28.9%, tomando en cuenta la metodología del Banco Mundial que califica como pobres a los hogares con ingresos per cápita menor de US$4 al día, vulnerables a los que obtienen entre US$4 y US$10 y clase media a los que se desenvuelven con entre US$10 y US$50.
Con esas medidas, el MEPyD determinó que entre marzo de 2000 y septiembre de 2002 la población pobre aumentó de 25.5% a 28%, mientras la clase media cayó de 32.2% a 28.2%.
Las cifras muestran un retroceso, todavía no superado, en la movilidad social. Para septiembre de 2004 el porcentaje de pobres llegó a 42.8% y la clase media bajó a 17.2%.
“Ocho años después, en septiembre de 2012, el porcentaje de la población pobre cayó a 34.6% y el porcentaje de la población de clase media se colocó en 20.7%”, explica la dependencia oficial en documentos colgados en su web.
Rosa Cañete, coordinadora de “Iguales”, la campaña de Oxfam contra la desigualdad en Latinoamérica y el Caribe, reconoce una recomposición en la clase media dominicana, apegada a los últimos datos oficiales. Sin embargo, entiende esencial profundizar, además del análisis del problema del ingreso, en otras variables “fundamentales para entender el lento avance de la movilidad en el país y la concentración de los beneficios del crecimiento en unos pocos”.
Señala que “cuando hablamos de movilidad social hablamos de algo mucho más profundo que el ingreso; hablamos de conocimiento, de oportunidades, de conciencia de clase, de poder”. “Son estas variables —dice— las más determinantes en la movilidad social y sobre todo en que esta movilidad sea sostenible y positiva para la sociedad en su conjunto”.
“Los últimos datos del Gobierno muestran una mejora en los ingresos de algunas capas de la población principalmente desde 2012, una mejora que aún sigue sin alcanzar la situación que teníamos en el año 2000 pese a las envidiables cifras de crecimiento económico que ha tenido el país”, apunta.
Pero la economía presenta dificultades para crear bienestar a la población en general, como apunta el BM en su informe “Para construir un mejor futuro juntos”, difundido en octubre pasado: “Desde 2003, el crecimiento de los ingresos reales se ha desviado cada vez más del crecimiento en productividad. Ciertamente, entre 2000 y 2013, la productividad aumentó 39% en términos reales, mientras que la remuneración por mano de obra disminuyó en 26%”.
“Los ingresos reales disminuyeron y/o permanecieron estancados en todos los sectores, incluyendo manufactura, así como transporte y comunicaciones, en los que la productividad ha crecido desde 2002”, añade el documento.
Menos de 2% escalando
Valdez Albizu destacó que, conforme a los resultados de la Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT), en 2016 se generaron en promedio unos 148,532 nuevos empleos, lo cual, según argumentó, se tradujo en una reducción de la tasa de desocupación abierta promedio de 7.3% en 2015 a 7.1% en 2016, “lo que resulta consistente con la evolución experimentada por la economía”.
Pero como alegan Jacobo Ramos, Gabriel del Río y Rafael (Pepe) Abreu, representantes de los trabajadores en el Comité Nacional de Salario, el salario mínimo, que va desde RD$7,843 a 12,873 al mes solo alcanza a cubrir, en el mejor de los casos, el 45.4% del costo de la canasta familiar calculada en RD$28,380. Los gremios que representan insisten en un incremento de 30% para paliar la situación de precariedad de los asalariados.
Los expertos del BM vienen mostrando preocupación por la limitada redistribución del proclamado bienestar macroeconómico. En el estudio “Cuando la Prosperidad no es Compartida: Los Vínculos Débiles entre el Crecimiento y la Equidad en República Dominicana”, advertían hace dos años que el país muestra “una movilidad económica muy baja, con menos del 2% de la población escalando a un grupo económico más alto en la última década, comparado con el promedio regional del 41%”.
“Más aún, del 2000 al 2011, más del 19% de los dominicanos padecieron un deterioro en su estatus económico”, afirmaban, al resaltar que, por otro lado, entre 2000 y 2011 (período que incluye la crisis bancaria) el PIB per cápita del país creció a una tasa promedio anual del 3.8% mientras América Latina y el Caribe lo hacía en 2.9%.
La baja movilidad social en el contexto de una economía en constante crecimiento obliga a consultar a antropólogos sociales, como Tahira Vargas, quien entiende que “si bien hay un mayor acceso a educación primaria, secundaria y superior para una gran parte de la población, la educación no necesariamente garantiza la movilidad social”.
Vargas entiende que “la movilidad social está relacionada entre otros factores al tejido social al que pertenecen los grupos poblacionales”. “El tejido social sostiene las relaciones interpersonales, la interacción social y el acceso a oportunidades para la población”, dice.
Deplora que en el caso de la sociedad dominicana un factor clave para el acceso a oportunidades de empleo son las redes que se tejen alrededor de los liderazgos políticos locales en barrios, comunidades y municipios. Recuerda que el Estado se mantiene como una de las principales fuentes de empleo.
“En el caso del sector privado-empresarial igualmente se necesitan relaciones primarias y un flujo de redes sociales informales para su acceso, lo cual se convierte a su vez en una barrera para la movilidad social”.
“El tejido que sostiene la sociedad dominicana es muy denso y complejo y los posibles movimientos internos hacia la movilidad social están marcados por relaciones primarias, políticas o de reciprocidad basadas en el favor”, apunta.
Una visión compartida por el economista Miguel Ceara Hatton. “Nuestra economía —dice—, aunque crece, genera empleos de muy mala calidad; entonces, ante esa realidad, uno de los mecanismos de movilidad social que domina es la política, porque el acceso a una educación adecuada o a un empleo depende de la relación con el partido oficialista y el clientelismo, porque lamentablemente hemos llegado a la degeneración del sistema político”.
Esta reflexión sugiere que la mayor movilidad social desde la caída de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) se produce en torno a sectores vinculados al ahora oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que va para dos décadas (1996-2000 y 2004-2020) gobernando con Danilo Medina y Leonel Fernández.
También, al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), cuyo líder, Joaquín Balaguer, controló el poder político después de la dictadura durante 20 años (1966-1978 y 1986-1996), y al Revolucionario Dominicano (PRD), que estuvo 12 años en la Presidencia de la República (1978-1986 y 2000-2004) con Hipólito Mejía, Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta y Antonio Guzmán.
Fuera —o dentro— de ese contexto político, las trabas a la movilidad social crean un serio problema dentro de un país que a marzo de 2015 tenía 3,338,554 personas (32.1% de su población) viviendo en condiciones de pobreza general y 600,405 (5.8%) en pobreza extrema, según el MEPyD.
Asistencia a más de un millón de personas
El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (EPyD), que ahora encabeza Isidoro Santana, muestra cierto optimismo cuando destaca, en un documento presentado en octubre de 2015 a la Dirección de Información, Análisis y Programación Estratégica de la Presidencia (Diape), que “con la recuperación post-crisis, del 2004 a 2015 la población pobre general se redujo en alrededor de 1.1 millones y la población en pobreza extrema en alrededor de 800 mil”.
Para tratar de paliar los efectos de la pobreza el Gobierno mantiene una serie de programas de asistencia directa a la población, a través del Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales (GCPS), dirigido por la Vicepresidencia de la República, el cual hasta septiembre de 2016 otorgó subsidios a 1,100,852 beneficiarios, por un monto global de RD$98,078.1 millones.
La asistencia se basa en programas, como Comer es Primero (CPC), el cual destina RD$825 al mes a cada jefe de familia.
La política de “Solidaridad” del Estado alcanza el 21.2% de la población total, al 46.3% de las personas viviendo en la pobreza y al 89% de los afectados por la extrema pobreza, refiere Lavigne Luis Hernán Vargas, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en su estudio “Sistemas de protección social en América Latina y el Caribe: República Dominicana”.
La Cepal añade que entre 2006 y 2011, la cobertura de Solidaridad aumentó de 269.3%.
Además, que el programa representa el 90.5% de las transferencias no contributivas recibidas por ciudadanos.
Consejos del Banco Mundial
El Banco Mundial deplora que la pobreza crónica (en la que la gente padece largos períodos de privación) sea alta en República Dominicana, pese a su sostenido crecimiento económico. El estudio “Cuando la Prosperidad no es Compartida”, de enero de 2014, señala además que casi una tercera parte de la población vive en la pobreza, a pesar de tener las habilidades y los activos para generar un ingreso mayor.
Recomienda enfrentar las causas de la desigualdad económica en República Dominicana promoviendo “una política fiscal equitativa, eficiente y sostenible”, construyendo “instituciones transparentes y eficientes que mejoren la prestación y la calidad de los bienes y servicios públicos, amplíen las oportunidades económicas, incrementen la movilidad ascendente y protejan mejor a los dominicanos económicamente vulnerables y fortaleciendo “el acceso de los pobres al mercado laboral”.
El organismo también advertía de un desorden en la forma de evaluar el desarrollo de República Dominicana y sobre una “aparente desconexión entre los datos macro y microeconómicos que obstaculiza la capacidad de las estadísticas nacionales para medir y monitorear los avances macroeconómicos y sociales del país”.